Impuestos: bienes públicos y riquezas privadas

Jorge Sobral Fernández
Jorge Sobral CATEDRÁTICO DE PSICOLOGÍA Y DIRECTOR DEL DEPARTAMENTO DE CIENCIA POLÍTICA Y SOCIOLOGÍA DE LA USC

OPINIÓN

Atención presencial para la declaración de la renta (imagen de archivo)
Atención presencial para la declaración de la renta (imagen de archivo) Álvaro Ballesteros

05 may 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Estamos en plena campaña de renta y, de modo inevitable, acuden a su cita anual quejas y lamentos varios. No solo sobre el IRPF, claro, sino sobre los impuestos en general. Y, como la lluvia en abril, nos inundan los consabidos clichés neoliberales: el impuesto es ilegítimo, el impuesto es una suerte de robo, el impuesto es el Estado metiendo la mano en mi faldriquera... Y, en el top mantra, aquello de «donde mejor está el dinero es en el bolsillo de los ciudadanos». Algunas consideraciones al respecto. Vaya por delante, y preventivamente dicho, mi respeto y hasta admiración a muchos empresarios, comerciantes, autónomos de mil especies y profesionales prestigiosos que con su talento y esfuerzo crean riqueza, generan empleo y ofrecen servicios de calidad a la ciudadanía. Y, lejos de envidias mutilantes y neurasténicas, quede claro que a mi modesto entender está en la buena lógica de las cosas que estas personas tengan unos beneficios y o retribuciones consonantes con su aportación a la comunidad. Nada más perverso que esas «izquierdas» que ignoran u olvidan que la riqueza, antes de ser repartida, es menester producirla. Es una cuestión aritmética: en caso contrario, solo puedes repartir miseria.

Ahora bien... Soñé una noche una conversación con un conocido empresario de enorme fortuna. Arremetía él contra el último ministro, del último gobierno, del último impuesto de sociedades, con la furia del que se sentía expoliado. Les resumo la onírica charleta. Vale, puedo entender que a usted le duela pagar impuestos. Pues muy humano es. Pero por favor, respóndame a las siguientes preguntas. ¿Quién formó a los muchos trabajadores que curran en sus fábricas? Las escuelas, los centros de FP, los institutos, las universidades. ¿Ha reparado usted en que la inmensa mayoría del talento que contrata se ha formado, en su inmensa mayor parte, con dinero público? Ah, otra cosa: en cada ocasión que sus empleados enferman, ¿quién se los devuelve al circuito productivo sanos y salvos? En su inmensa mayor parte, la sanidad pública. Ah, y otro asunto: ¿qué redes y estructuras gasísticas, eléctricas proporcionan el acceso a la energía imprescindible para sus manufacturas? ¿Las generó usted con su innegable talento y afán emprendedor? No, ¿verdad? Tampoco quiero aburrirle, pero un par de ejemplos más: cuando exporta sus productos, ¿paga usted la imprescindible red de carreteras, puertos, aeropuertos, sin la que sus productos nunca emigrarían y su talento nunca se monetizaría? Cuando usted instala tecnología punta que le permite maximizar la rentabilidad de lo invertido... ¿sabe usted dónde se han generado esas patentes, ese know how, sin los que sus mejores intenciones y destrezas naufragarían? Pues casi siempre en universidades públicas y por científicos generalmente mal pagados. O sea, con dinero, poco, y público.

No sigo, admirado y respetado emprendedor. Aunque bien podría. Daré por bien empleada esta agitación nocturna si le quedan claras dos cosas: ¡gracias por empujar la nave! Pero no se venga usted arriba. Cuando piense en los impuestos que paga, en los delincuentes tributarios, en los practicantes del moneyturismo destino paraísos fiscales... Recuerde bien esto: nadie se hace rico, se mantiene rico, ni gozar puede de su riqueza, al margen de la comunidad. Nadie. Pague, pues, sus impuestos en buena hora. Y alégrese de tener la suerte de ser de los que pueden dar y no de los que tienen que recibir. Ahora bien, si a pesar de todo usted prefiere tener «todo su dinero en sus bolsillos», adelante. Ya verá que rápido se le vacían. Las carreteras, los hospitales y las escuelas que imperiosamente necesita, le están esperando. Mucha suerte, amigo.

Desperté sudando.