Optimismo entre los cámpings de Ferrolterra: «Este tipo de turismo está en auge»

ANA F. CUBA VALDOVIÑO / LA VOZ

VALDOVIÑO

Dos jóvenes, el viernes en las instalaciones del cámping Valdoviño
Dos jóvenes, el viernes en las instalaciones del cámping Valdoviño JOSE PARDO

En primavera predomina el cliente extranjero y el nacional toma el relevo en verano

15 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

La Semana Santa aguó el inicio de la temporada en los cámpings de la comarca que, sin embargo, miran el año con optimismo. «Es un tipo de alojamiento que está en auge», subraya Javier Fidalgo, el tercero de una saga de campistas que inició su abuelo materno, Antonio Soto, en 1962. «El cámping Valdoviño fue el primero de Galicia de primera categoría», recalca su nieto, hijo de Delfín Fidalgo, que presidió durante cuatro décadas la Asociación Gallega de Cámpings de Galicia, en la que acaba de tomar el relevo Manolo Ochoa, responsable del cámping Moreiras, en O Grove.

Su abuelo fue el pionero de un negocio que, en realidad, aglutina varios. Aparte de los doce bungalós (en mayo montarán otro), disponen de diez apartamentos en una planta baja colindante a la zona de acampada, y un restaurante (abierto al público general a partir del 1 de mayo), además de la pizzería y el supermercado (operativos desde el 1 de junio) y la piscina. A mayores de la escuela de surf que opera dentro de esta misma superficie y que mueve a mucha gente joven. «Poco a poco iremos incorporando más empleados, aunque cada vez cuesta más encontrar personal para hostelería», comenta el gerente.

En estas instalaciones de Valdoviño las reservas son por un mínimo de cinco noches, tanto en los bungalós como en el área destinada a autocaravanas, otras «casas móviles» o tiendas. «Esta es una zona de paso, y en esta época vienen extranjeros, sobre todo ingleses que viajan en ferri hasta Santander, y franceses y alemanes. Es gente de la tercera edad, jubilada. Están haciendo la ruta del norte, paran aquí y siguen hacia Portugal, y en función del tiempo pernoctan un día, dos o tres», explica Fidalgo. Si ahora el 80 % de los clientes son foráneos, a partir del 10 de julio el porcentaje se invierte, «y cerca del 90 % son nacionales, que empiezan a entrar desde San Xoán». Para julio y agosto ya tienen garantizado el 75 % de ocupación.

El «glamping» es tendencia

El responsable del cámping Valdoviño destaca «la diversidad de clientes», en función del momento del año. En general, subraya, resulta «muy familiar, es muy agradecido trabajar en este mundo». De momento no han sucumbido al glamping, tendencia a la que sí se ha sumado el cámping Fragadeume, situado en la parroquia de Queixeiro, en Monfero, al pie del parque natural. «En México ya era algo muy popular, los gringos tienen ese tipo de instalación. En Galicia, por la humedad, la tela no es la mejor opción. Pero pusimos tres pequeñas (para dos personas) y una grande (de cuatro)», señala Juan Carlos Tarazona, de origen mexicano, al frente del establecimiento desde 2021. Reabrió en Semana Santa y, pese a la lluvia, apenas hubo cancelaciones.

«La temporada pinta bien, en línea con la del año pasado, que fue bastante bueno; ya tenemos algunas reservas para el verano», apunta. En primavera predominan los campistas holandeses —«son muy de tienda de campaña, de mucha calidad, con muy buenas lonas»—, junto a franceses —«vinieron muchísimos en 2023»— o alemanes. La tranquilidad es lo que más valoran: «Algunos nos dicen que no sabían que en España hay este tipo de cámpings, porque la mayoría están en zona de playa y son más ruidosos. Aquí solo se oyen los sonidos de la naturaleza». Los turistas de fuera se desplazan en autocaravanas o vehículos similares. Fragadeume ofrece, además, diez bungalós de madera, por los que suele decantarse una parte del turismo nacional, mayoritario en verano. Otros se mueven en furgoneta: «Hay un bum».

A pocos metros del arenal de A Frouxeira, en Valdoviño, se encuentra el cámping municipal A Lagoa, operativo todo el año y gestionado por Benito Castro y otros dos socios. «El invierno fue flojito y la primavera, de momento, va poco a poco. En Semana Santa tuvimos seis o siete parcelas ocupadas, los bungalós los anularon y en el bar, nada de nada», detalla. Pero es optimista de cara al verano, «ya con bastantes reservas». En estos meses la gente no llama con antelación «porque sabe que hay sitio, y si están a gusto se quedan dos o tres días». «Son extranjeros que están recorriendo la Península en caravana, autocaravana o furgoneta camperizada. A partir del día 10 o el 15 de mayo es cuando empieza la temporada de surf, y si está bien el mar están varios días aquí, algunos con niños pequeños», desgrana Castro.

Kampaoh vuelve en mayo

En mayo regresarán las tiendas de Kampaoh, con capacidad para un máximo de seis personas. «Contamos con ellos, el año pasado funcionaron bien, es un turismo distinto al del campista, fue una experiencia muy buena», recalca. También cuentan con dos bungalós. Pero si por algo se distinguen en A Lagoa es por la limpieza de los baños y el resto de zonas comunes: «Queremos que las cosas funcionen bien, que no haya fallos, cuidamos mucho que sea silencioso por la noche. El bar lo cerramos a las doce y no se admiten comandas a partir de las diez y media».

Los clientes lo agradecen y muchos repiten. «Creo que va a ser una buena temporada, si nos acompaña el tiempo... incluso aunque llueva (hay quien se queja si no puede sacar la ropa de invierno), la gente aguanta un par de días. Este fin de semana va a ser bueno y el verano también —pronostica—, en invierno hubo semanas enteras sin nadie».