Un barrio de Celeiro se desmorona tras una excavación para un edificio

La Voz

A MARIÑA

17 abr 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Quienes pusieron Amargura y Angustia a dos callejuelas de O Celeiriño probablemente nunca imaginaron que eso sentirían parte de los vecinos tras la excavación de un solar donde se construirá un edificio de 37 viviendas, bajos y garajes. Casas del entorno y la calle Atalaia comenzaron a agrietarse. Ante el peligro de derrumbe, cuatro inmuebles deshabitados fueron reforzados y declarados en ruina y uno, ya demolido. Otro más ha sido desalojado y sus habitantes, realojados. Paralelamente fueron apuntaladas viviendas donde no duermen tranquilos desde hace una semana, pese a que las obras del edificio están paralizadas. Temen que sus casas les caigan encima porque cada día ven como las grietas se agrandan y aparecen otras nuevas.

El solar del edificio que promueve Inmo Xerión linda en su frontal con la Rúa do Porto, en la lateral con el Calexón da Amargura y en la trasera con la rúa Atalaia. Contados desde la rasante de esa calle hasta el fondo del solar, se excavaron unos diez metros y se hizo un muro de contención. Durante las obras se descubrió que corrientes subterráneas del alcantarillado minaron la base de esa rúa, pero técnicos municipales dicen que se agravó tras la excavación.

Tras constatar el «deterioro» de O Celeiriño y el riesgo de que las obras agudizasen los problemas de las casas ya dañadas y afectasen a otras, el Concello de Viveiro paralizó la edificación. Ni así se consiguió frenar el progresivo desmoronamiento de la calle Atalaia ni de las viviendas unifamiliares que dan a ella y a la rúa Amargura. La anchura de las grietas en la calle y en las casas aumenta cada día, en paralelo con la inseguridad y el temor que se adueña de quienes tienen ahí sus hogares.

Una familia realojada

Los habitantes del número 24 de la rúa Atalaia ya han sido realojados. A su lado, la casa número 22, que hace esquina con la calle Amargura. El matrimonio que vive en ella ve medrar las grietas en las paredes de las tres plantas y comprueba como la estructura va cediendo porque las puertas ya no abren bien. También están agrietadas las viviendas unifamiliares anexas, en la rúa Amargura. En el número 3 viven un matrimonio y sus dos hijos, el 5 está en restauración y el 7 lo habitan otro matrimonio y su hija. Como en el 22 de la Atalaia, todos muestran las brechas abiertas en las paredes, dinteles de puertas y ventanas, vigas, techos o suelo.

Reunidos en la calle, frente al solar, no buscan culpables, destacan la cooperación de la promotora del edificio y lamentan que el Concello de Viveiro no tuviese en cuenta que la base de la calle Atalaia está muy minada para reforzarla antes de conceder la licencia a Inmo Xerión.

Sin ocultar su temor, pero con una entereza sorprendente, piden que se les garanticen con documentos su seguridad y de la de sus casas, así como que alguien asumirá los daños. Dispuestos a desalojarlas si no quedase más remedio, temen que si cae una las otras acaben igual, por el efecto dominó.