En A Mariña, después de la construcción del Hospital da Costa, las mujeres dejaron de peregrinar a Lugo para dar a luz y recibir los cuidados post-parto, pero sobre todo, las mujeres y sus familias dejaron atrás la incertidumbre y el miedo que provocaba no saber, si una vez iniciado el viaje, el parto se produciría sobre la marcha, con el consiguiente riesgo para madre e hijo en caso de que algo se torciera. La naturaleza en la mayoría de las ocasiones seguía su curso sin problemas, y la alegría de la nueva vida, difuminaba el mal trago pasado en condiciones complicadas, agravadas por la orografía y el clima en invierno.
Al inicio de este nuevo año, conocemos la noticia de una pareja de Foz y la odisea del parto de sus gemelas, y muchas mujeres no damos crédito. No puedo dejar de lado la empatía con los padres y lo surrealista de la situación vivida, y tampoco puedo obviar, por lógicas, las quejas que con mucha prudencia, ha enumerado el padre. De las declaraciones del Hospital daba la sensación de que aquí no había pasado nada. Sí ha pasado algo, y es que para cumplir con los estándares internacionales de atención neonatal hemos tenido que mandar a unos padres mariñanos a parir a Lugo porque nuestro hospital no dispone de los medios necesarios para asistir a los prematuros. Hay que felicitar a los padres por el nacimiento y al equipo sanitario que viajaba con la madre en la ambulancia porque las circunstancias para ellos tampoco debieron ser nada fáciles. No quiero imaginar lo que hubiera ocurrido si en lugar de un parto natural, se hubiese requerido una cesárea de urgencia y si en lugar de la carretera despejada, la ambulancia se hubiera topado con una nevada.
Me hubiera gustado equivocarme en febrero del año pasado, cuando al hablar del deterioro de la sanidad en la costa, de las listas de espera y de la centralización que se persigue desde la Xunta, reflexionaba sobre que a este paso, las mariñanas acabaríamos pariendo en la Xesta camino de Lugo. Juzguen ustedes.....
Y ya puestos a aplicar procedimientos internacionales, sería conveniente que también se siguieran estos estándares en todo lo relacionado con la asistencia obstétrica, ya que las recomendaciones sobre las tasas de cesáreas no deben superar el 15% cuando en nuestro hospital es el doble. Desconozco si esto se debe también a falta de medios o a políticas del centro, pero sería conveniente que se tomaran medidas para que cuando una mujer salga de un hospital con las grapas en la barriga, sin poder sostener a su hijo y con dificultades para continuar la lactancia, lo haga con el convencimiento absoluto de que no había otra opción.