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Viento en popa pero a media vela

BARBANZA

Hace nueve años se presentó como la panacea para el turismo. Sin embargo, faltó dinero y el proyecto naufragó. Ahora se afirma que se ha logrado reflotarlo

17 may 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Atraer al turista durante todo el año o la también llamada desestacionalización. Ese es el objetivo que persiguen los empresarios del sector desde hace décadas y en O Grove y Sanxenxo pensaron que una buena fórmula para ello era conseguir hacerse con la marca de calidad «Estación Náutica». Lo consiguieron en diciembre del año 2000, pero después del tiempo, esfuerzo y dinero empleados, el proyecto no cuajó.

Las gestiones comenzaron a principios del 2000, bajo la iniciativa de los entonces alcaldes de O Grove y Sanxenxo, Miguel Ángel Pérez y Telmo Martín, respectivamente, que por aquella época compartían otro proyecto común: el Plan de Excelencia Turística.

Era imprescindible involucrar a la iniciativa privada e, inicialmente, se consiguió. Después de no pocas reuniones con hosteleros y otros empresarios del sector de servicios turísticos se consiguió el apoyo de casi un centenar de firmas y con este aval, en noviembre de ese año, remitieron su propuesta a la secretaría del Estado para el Turismo. Un mes después llegaba la buena noticia desde Madrid. La propuesta bautizada como Rías Baixas se imponía a otros aspirantes gallegos que también participaban en la carrera emprendida para lograr esta marca. Pero no tardaron en surgir los problemas. A las pocas semanas se hacían públicas las primeras críticas por parte de los socios. Algunos de los empresarios acusaron a la gestora que estaba al frente de ocultar datos y tres meses después, en abril del 2001, la división interna se hizo evidente en una nueva asamblea de socios. Se debatía si circunscribir el ámbito de la estación náutica solo a O Grove y Sanxenxo o ampliarla a toda la comarca de O Salnés y no faltaron acusaciones de «politización».

Pese a este escenario, todavía reinaba el entusiasmo y el optimismo en torno a este proyecto. El 27 de abril del 2001 se realizó por todo lo alto la presentación de la Estación Náutica Rías Baixas-O Salnés -que así se llamaba entonces- en un acto al que acudieron los técnicos de Turgalicia y los 78 empresarios que en aquel momento respaldaban el proyecto. Entonces se auguraba que este modelo de gestión turística serviría para doblar los ingresos por turismo en el plazo de cuatro años.

El proyecto tenía los parabienes del Ministerio de Turismo pero todavía debía salvar otros exámenes, como el que representaba realizar una segunda auditoría. El presidente de la entidad, Eduardo Dopazo, ya vaticinaba entonces, diciembre del 2001, que la financiación podría ser un problema. No hubo que esperar mucho para comprobarlo. Unos meses después el desánimo había cundido en torno a un proyecto que había generado muchas expectativas y la estación náutica estaba ya vacía de contenido. Todas las vías de financiación previstas fallaron: ni las Administraciones autonómica y local aportaron las subvenciones que de ellas se esperaba ni los empresarios aflojaron los bolsillos a la hora de invertir en esta idea. Y esto impidió contratar a un gerente que actuara como la persona encargada de poner en marcha todo el engranaje que se había dibujado sobre el papel.

Desde el ámbito político lamentaron entonces que la iniciativa privada no se implicase más porque, al fin y al cabo, argumentaban, iban a ser los hosteleros y el resto de los empresarios relacionados con el ocio y el deporte náutico los más beneficiados. Pero muy pocos estuvieron dispuestos a arriesgar y hoy se habla de «una gran oportunidad perdida» porque todos aquellos planes para crear una central de reservas y la confección de paquetes turísticos se quedaron en agua de borrajas.

Pero la marca seguía ahí y en el 2005 Didier Maurice se puso al frente de este barco, en calidad de gerente, «para cambiar el rumbo», explica. Hoy son 45 las firmas asociadas a la estación náutica y la previsión es que pronto se sumen 70 casas rurales de la provincia de Pontevedra, según explica Maurice. Actualmente, mantiene un contrato de colaboración con el Patronato de turismo Rías Baixas y con Turgalicia.

El eje de la oferta es la actividad náutica -vela, submarinismo, buceo, surf y demás modalidades deportivas relacionadas con el mar- pero el objetivo es ampliar el abanico con el golf y actividades ecuestres. El gerente reconoce que, inicialmente, los empresarios «no respondieron» y que hace falta «la unión de todos» para lograr buenos resultados. De todos modos, su valoración respecto al nivel de implantación alcanzado por la estación Rías Baixas es, a día de hoy, positiva. «Pedimos al empresario que se comprometa, esto no es solo poner una pegatina en el escaparate. Damos ofertas de productos y los combinamos y tenemos unos paquetes que ofrecemos desde nuestro portal, que funciona perfectamente». El menú se puede consultar en www.disfrutaelmar.com, desde donde se puede contratar desde una excursión a Sálvora, un «bautismo de mar» en la ría de Pontevedra o una visita a las islas Cíes. «Tenemos que vender un destino, no un producto», añade alguien que cree firmemente en este modelo.

No obstante, a la estación Rías Baixas todavía le queda mucho camino por recorrer hasta dar los servicios que ofrecen otras como las de Estartit y el Mar Menor.