En medio de un contexto en el que el divorcio se ha convertido en el pan de cada día, todavía queda un hueco para esas historias de cine, de amores para siempre, de cariños que duran toda una vida, tan vivos como el primer día. Es el caso de Amparo Pato y Sebastián Feliz, un matrimonio que lleva 78 años casado. Su historia es llamativa por eso, pero también por su edad, pues él acaba de cumplir 101 años y ella tiene 97. Son naturales de Valdeorras, pero ahora viven en Ribeira junto a una hija, Clara, que les dedica todo su tiempo y su cariño.
La edad no ha conseguido mitigar el amor de esta pareja, que solo se ha separado durante la Guerra Civil. En su etapa de novios, Sebastián tuvo que emigrar a Cuba, «pero volvín por ela e casamos en 1932», cuenta Sebastián, cuya memoria es envidiable. Tras la guerra, vivieron en Barcelona hasta hace cuatro años, cuando se instalaron en Ribeira. Los problemas de movilidad impiden a este matrimonio continuar realizando los paseos diarios que tanto les gustaba dar. Aun así, reflejan una salud de hierro. A Amparo le han atacado los problemas de oído, pero ninguno de los dos está medicado. ¿El secreto? «Nunca cometín excesos, vivín tranquilo, feliz, e ata hai pouco tomaba un vaso de viño coas comidas», comenta Sebastián.
Pero una gran parte de la vitalidad de la que gozan se la transmiten el uno al otro. No hay nada más que ver el brillo que desprenden sus ojos cuando se miran. Dice Sebastián que siempre se han dado mucho cariño y que, las pocas veces que discutían, no aguantaban más de cinco minutos enfadados.
En su día a día, se levantan y se acuestan pronto. Amparo se va antes a la cama y, aunque se toma una pastilla para descansar mejor, nunca se duerme hasta que se acuesta Sebastián. Él se demora más cuando hay fútbol, sobre todo si juega el Real Madrid, del que es fan desde siempre y no se pierde ni un partido. Después sí que se acuesta, junto a ella, la que es desde hace 78 años la mujer de su vida.