La flota del cerco pasó hace años una importante crisis debido al agotamiento de la sardina. Ante la escasez de capturas, los armadores con barcos más modernos comenzaron a buscar otras alternativas y nuevos caladeros. La anchoa fue su primer destino fuera de la comunidad gallega, y también su salvación. Pero el bocarte también se agotó y las autoridades europeas decretaron el cierre del caladero durante unos cinco años. El verdel fue entonces su tabla de salvación y, en la actualidad, estas dos especies representan sobre el 60% de los ingresos de la mayor parte de la flota del cerco de la comarca barbanzana, que tuvo que buscar otros horizontes para seguir pescando. Por eso, el sector tiene puestas muchas esperanzas en la caballa y la anchoa.