Las localidades sonenses de Fontesalgueira, en Xuño, y Caamaño tienen un particular sistema de traída. El agua que se capta en los manantiales llega a una nave central en la que se encuentran los depósitos, uno por casa, de dos metros cúbicos. Mediante un distribuidor general, el líquido llega a los recipientes y se reparte de forma equitativa. Lo que sobra va a parar a un rebosadero.
Mientras los manantiales tienen agua suficiente no hay problema, porque quienes más consumen pueden surtirse del sobrante de otros. El problema llega cuando el caudal de los acuíferos comienza a descender.
Los usuarios saben que, entonces, no les queda más remedio que autorregular su consumo porque no habrá más agua.
El vicepresidente de la comunidad de aguas de Fontesalgueira, José Manuel Olveira, explica que hubo ocasiones en las que el líquido que entraba en los depósitos era insuficiente para llenarlos y que los residentes tenían que limitar el consumo en sus casas.
En la situación actual, si la lluvia no aparece, Olveira no descarta que haya que restringir pronto el consumo.
Lo mismo sucede en otras localidades de la comarca barbanzana. Por eso, quienes gestionan el líquido elemento visitan más que nunca los manantiales para ver cómo evolucionan y si los cauces bajan mucho.