El tiempo dio una tregua a los Grumir. Por lo menos, ya no se ve humo en los montes de la comarca y los pirómanos lo tienen un poco más difícil. Una vez más, los chicos que trabajan en estos grupos han demostrado que están suficientemente capacitados para estas tareas y hablar de su desaparición no tiene razón de ser. Lo que se merecen es un auténtico reconocimiento.