Muere el papa Francisco
Los miembros de una sociedad mantienen entre sí un conjunto de relaciones (económicas, culturales, etc.) que se califican de una manera genérica como «sociales», y el objeto de la política es el gobierno de estas relaciones y situaciones, su control y ordenación en el seno de una sociedad, mediante normas que asignan roles, recompensas y sanciones a los diferentes actores sociales.
La expresión «sociedad civil» hace referencia al conjunto de relaciones sociales que no están reguladas por el Estado. La sociedad civil se contrapone al ámbito constituido por las relaciones políticas. Los enfoques iusnaturalistas y liberales, que están en la base de las revoluciones burguesas, definen la sociedad civil como las diferentes formas de asociación que establecen los individuos para satisfacer sus diversos intereses; en consecuencia, el Estado no debe dificultar ni obstruir su desarrollo, sino limitarse a su protección y salvaguarda. Dentro de esta labor está la de ayudar al mantenimiento económico de las entidades que suplen las carencias a las que el Estado no puede llegar. Por eso, uno de los pilares básicos y una prueba de la buena salud de una sociedad es la participación de los vecinos en agrupaciones que, sin ánimo de lucro, contribuyan al bienestar general.
A lo largo de los últimos años, y a consecuencia de la crisis, las Administraciones han ido recortando las ayudas al mantenimiento de las diferentes oenegés hasta casi asfixiarlas, sin darse cuenta de que son imprescindibles para la cohesión social y para paliar los desajustes inevitables en cualquier sociedad.
Por eso los diferentes poderes públicos deberían de reconsiderar las prioridades en el reparto de los recursos, y darse cuenta de que si algo caracteriza a todas estas organizaciones es la eficacia y que, sin lugar a dudas y desde cualquier punto de vista, multiplican los recursos con lo que se las dota porque actúan tomando como base el voluntariado. La cercanía de estas asociaciones a los problemas y el conocimiento de las personas a las que va dirigida su ayuda es una buena estrategia para ahorrar en el gasto público y son el mejor -cuando no el único- recurso para lograr una sociedad más justa y digna.