Carballo | Las prospecciones arqueológicas en lo que queda dela ermita de San Guillermo, situada en uno de los altos del Monte do Cabo de Fisterra, comenzaron hace unos días. Lorena Vidal y Cristóbal Nodar Nodar, ambos arqueólogos de la empresa Zeta, contratada por la Dirección Xeral de Patrimonio de la Consellería de Cultura, se encargan de las primeras labores sobre el terreno, previas a las catas y sondeos (la próxima semana) y, desde luego, a la gran excavación del recinto, para la que aún no hay fecha, aunque se estima que será después del verano y, en todo caso, antes de final de año. El regidor de Fisterra, José Manuel Traba, ayuda a los expertos y trabaja a su disposición en las horas libres que le deja la alcaldía.
Estos primeros trabajos, que consisten en mediciones topográficas, desbroces, limpieza de vegetación, remoción de tierra hasta la roca (comprobaciones estratigráficas) y la delimitación del recinto de la ermita («ver la potencia del suelo», según la arqueóloga») servirán, precisamente, para acometer la excavación principal, que persigue al menos dos objetivos: conocer más sobre el pasado de uno de los puntos claves de la Costa da Morte y de Galicia, y ponerlo en valor de cara al propio municipio fisterrán y como atractivo turístico y patrimonial.
Los primeros resultados también permitirán a Cultura un mejor diseño del proyecto de excavación. Será (de hecho, estos primeros trabajos ya lo son) el primer proyecto de investigación completo del espacio que ocupó la ermita atribuida a San Guillermo. Hasta el momento, salvo los trabajos no estrictamente arqueológicos de Esmorís Recamán, la catalogación para el PXOM o los estudios de Fernando Alonso Romero (además de ciertos artículos de diferentes autores), el recinto ha permanecido virgen a la ciencia. Y eso, en un punto emblemático del (durante siglos) fin de las rutas conocidas, permite ser optimista sobre los hallazgos. Que, de haberlos, irán mucho más allá de, por ejemplo, los trozos de cerámica que ayer mismo encontraron los dos investigadores. Tienen su relevancia, pero, menos de la que tendrían si esa cerámica, en objetos mayores, permite su datación. Serviría para arrojar luz sobre los orígenes del lugar.
Del famoso sarcófago (parte inferior) de san Guillermo (usado además como colchón pétreo garante de la fecundación, de lo que ya hablaba Sarmiento) se estima que es del siglo VII, mientras que la estancia del monje o santo sería del XIII, señalaron los expertos, citando diversos estudios. Aunque, obviamente, esta cronología no concuerda. Mito, leyenda, historia y escasez de datos suficientes se unen muchas veces. Y dan mucho que escribir.
Lo que sí parece más claro es que la destrucción del recinto sobrevino por el siglo XVI. Quedan a la vista los restos de los muros, la parte frontal y los restos, en una gran piedra superior, de lo que debió de ser el asentamiento de las vigas de la ermita. También se intuyen los restos del área circundante al propio conjunto ermitaño, aunque su alcance será determinado por los arqueólogos.
Cuatro proyectos
Patrimonio anunció en abril de este año, por medio del director xeral, Felipe Arias, en una visita a la localidad, su visto bueno a cuatro proyectos: la puesta en valor de san Guillermo, la rehabilitación del Cristo da Barba Dourada, en la iglesia de santa María das Areas; las posibles catas en el poblado de Vilarvello (sobre Cabanas, hoy no perceptible) -lo que daría un impulso turístico fundamental a la localidad si adquieren carta de naturaleza-, y la construcción de un aparcamiento frente al templo parroquial.