La Anta Grande de Zambujeiro está cubierta por una estructura metálica
23 mar 2008 . Actualizado a las 02:00 h.El desprecio por las joyas megalíticas no es algo exclusivo de Galicia. Mientras en la Bretaña francesa los grandes dólmenes están restaurados y son objeto de una gran explotación cultural y turística, Dombate sigue a la espera de una solución veinte años después de ser excavado. Pero no es el único caso en la Europa comunitaria. La mayor anta de Portugal, y tal vez de toda Europa, está tan abandonada como la de Borneiro (en Cabana de Bergantiños) y además, y al igual que el gran monumento bergantiñán, lleva varios lustros con una vergonzosa cubierta provisional, aunque en este caso es metálica. Se trata de la Anta Grande de Zambujeiro, muy cerca de Évora. «É o noso Dombate. A vergonza de Portugal», comentaba el jueves la arqueóloga Goreti Sousa a los expedicionarios del Seminario de Estudos Comarcais da Costa da Morte que participan en el viaje de estudio en busca de los mejores megalitos lusos.
El dolmen de Zambujeiro es inmenso. Las piedras que lo forman miden ocho metros de alto, dos de ellos están enterrados en el suelo y los seis restantes, de alzada. Formaba parte de una mámoa de 50 metros de diámetro. Solo se veía la cubierta. En los años sesenta, una empresa dedicada a la explotación de granito intentó extraer esta roca posterior, pero fue cuando descubrieron la cámara, lo que provocó la intervención de los arqueólogos para salvarla. Entre los años 65 y 69 fue excavado por un maestro. Más tarde intentaron recuperarlo y el monumento fue adquiriendo cada vez más importancia. Para evitar su deterioro instalaron una cubierta metálica provisional. Con el tiempo sufrió los ataques de los vándalos y grafiteros, con lo que la Administración decidió evitar la entrada a su interior a pesar del interés que tiene un grabado serpentiforme y una estela funeraria. Parte de las rocas de la cubierta superior y del largo corredor están hendidas.
Goreti Sousa, la especialista en megalitismo que dirige la expedición organizada en la Costa da Morte, explicó que este dolmen es monumento nacional, lo que hace más inexplicable su estado. «Esperamos que haxa unha intervención», apuntó la arqueóloga durante la visita a este yacimiento, que es del cuarto o quinto milenario antes de Cristo.
Antes de desplazarse hasta la Anta Grande de Zambujeiro, los viajeros del Seminario de Estudos Comarcais realizaron un recorrido por Évora, que fue declarada en su día Patrimonio de la Unesco. Allí estuvieron comiendo en los jardines del Palacio de los Duques de Cadaval, que también visitaron, además de las ruinas del templo romano de Diana, la plaza de Giraldo, la catedral y otros monumentos. El lugar más singular lo constituye, por su siniestralidad, la Capela dos Óssos, un pequeño templo dedicado por unos monjes a la condición efímera de los humanos. La construcción es del siglo XVI y sus paredes interiores y columnas están cubiertas por huesos de las personas enterradas en ese tiempo en los túmulos de las iglesias y en los cementerios de la ciudad. «Nos óssos que aquí estamos, pelos vossos esperamos», así reza un tétrico mensaje que recibe a los que entran a ver la estancia, que, sin duda, debe ser una de las que más atrae a los visitantes porque está llena a pesar de que hay que pagar entrada.