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«La decisión de cubrir Dombate no es responsabilidad mía»

A CORUÑA CIUDAD

El proyecto le provoca tensión por lo importante del trabajo, pero se reconoce vinculado emocionalmente con el dolmen

11 may 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Francisco Vidal es el arquitecto que ha diseñado el pabellón que custodiará el dolmen de Dombate y el centro de interpretación que dará entrada al recinto. El próximo mes tendrá que presentar el proyecto de ejecución y en ello trabaja ahora.

-¿Cómo se planteó el proyecto?

-Las bases eran bastante concretas. En principio había un condicionante de altura. Era una cuestión compleja, porque a la normativa habitual había que añadirle otras limitaciones. Pero lo principal era el monumento, que condicionaba todas las respuestas. Para afrontar el proyecto provoqué cierta distancia, con el fin de dar respuesta a la problemática concreta. Muchas veces actúo así, aislándome, provoco el distanciamiento del lugar o del edificio para que el objeto provoque respuestas. Ya he acudido a unos cuantos concursos y me funciona. Lo más importante son las tres piezas pétreas que se convierten en arquitectura y que me inspiraron.

-¿Qué tres piezas?

-Son las tres placas que están apoyadas entre ellas. Eso provocó una arquitectura de conceptos sencillos.

-Su propuesta coincide con los planteamientos de Patrimonio ¿Es casualidad?

-Las bases ya planteaban cosas muy concretas. Yo di respuesta a las necesidades, pero las normas incidieron en cuatro o cinco temas como rebajar la altura, la permeabilidad visual, el mantenimiento de las cotas de acceso y otros. La austeridad formal no estaba especificada, es cosa mía, pero coincidió con la demanda y con la cuestión bioclimática. Cada vez me decanto más por las arquitecturas sencillas, las construcciones rurales me influyen bastante.

-Recuerda la primera vez que vio Dombate

-Sí, era un niño, tendría unos trece años. Fue durante una excursión espléndida a la Costa da Morte y la primera parada fue en Dombate. Tuve uno de los mejores profesores, Ramón Núñez Centella, y nos explicó muy bien el monumento. Tengo esa imagen de Dombate grabada porque me impresionó. Estábamos cansados de estar en clase y el aterrizaje en Dombate fue inolvidable. Cuando discutimos la realización de este trabajo me salió ese recuerdo, muy vivo, a lo mejor es que me voy haciendo mayor.

-¿Cuándo volvió después?

-Durante las excavaciones me acerqué y después no volví, la cubierta me ponía muy triste.

-Entonces no ha estado recientemente, no lo ha visto como está ahora.

-No... porque (se emociona) me impediría provocar una respuesta. Hay veces que debes estudiar el sitio concreto, en programas complejos como el recinto ferial de A Coruña, debido a la complicación de los accesos. Estoy cansado de pasar por ahí, pero debía volver. A otros lugares no necesitas o no debes acercarte. Lo hemos discutido mucho durante el trabajo. A veces tener datos excesivos dificulta las cosas y la Administración tiene todo muy documentado.

-Entiendo que ha realizado el proyecto con la imagen del dolmen que vio cuando tenía 13 años.

-Quizá sí. Es difícil ver lo que provoca la respuesta. Tal vez de un trabajo a otro guardas cosas, formas de hacer. He trabajado mucho en rehabilitación y eso ayuda a la hora de afrontar el proyecto. Sin embargo, la emoción está ahí, porque sino seríamos máquinas de proyectos.

-Su pabellón será visto por mucha gente. Hubo otros antes y estará la gente pendiente. ¿Siente miedo escénico?

-Mi trabajo es arquitectónico y formal. Es un tema fastidiado, pero intento dar respuesta a las necesidades, como en una vivienda, donde estoy preocupado por acertar. Aquí hay que resolver el problema del agua y estamos con la cubierta. Sí es un poco de riesgo, pero lo hay en todas las cosas.

-Pero Dombate no es una vivienda. Será la primera vez que se cubra un dolmen excavado. Su trabajo será pionero y único, lo verá mucha gente y habrá quien lo critique.

-Sí tengo un poco esa sensación, si. Cuando te presentas a un concurso de estos nunca sabes. Las bases, caray, sí dejaban claro lo que había que hacer. Es verdad que me preocupa, pero eso descarga un poco. Además la decisión es de un cliente, lo que ayuda a descargar la tensión. También es importante que haya sido consensuada. No es uno de los trabajos más conflictivos que he tenido. Además, la responsabilidad de la decisión de cubrir el dolmen no es mía.

-El techo que diseñó se parece a los dibujos de la cámara.

-Se parece un poco a la trama, pero no es cierto que me inspirara en ella. Lo de la pintura apareció al final. Es una malla de vigas de madera cruzadas, ensamblada, que se deforma y focaliza en el centro. Arranca de una propuesta de arquitecturas sencillas, se parece más al pabellón de Mies van der Rohe. Cuando vi la similitud con las pinturas lo forcé gráficamente. Aunque haya gente que no me crea, en realidad es así.

-¿El hecho de que la cubierta sea de madera hará costoso el mantenimiento?

-Es uno de los hándicaps que tenemos los arquitectos con la construcción, pero es peor el mantenimiento de las instalaciones. Es más fácil reponer una pieza de madera que otra de acero y ya no digamos el hormigón. Le dimos muchas vueltas al material porque nos avisa de cómo está.

-¿Por qué eligió los abedules para rodear la construcción?

-Es algo simbólico y funcional. El abedul necesita mucha agua y nos ayudará a mantener el terreno seco. No resolverá el problema, pero es un gesto. La parte simbólica es que es algo que se saca de un sitio y se coloca ahí. Es un gesto arquitectónico. No puse pinos porque los pinos podrían crecer ahí. A mi lo que más me gustan son las carballeiras, esos pórticos verdes, pero el abedul tiene su sentido.

-¿Está bien atendido el patrimonio?

-Falta mucho en este sentido. Es mucho el patrimonio que tenemos, es muy extenso, tenemos un territorio muy construido, con obras muy difíciles de mantener del barroco y el medievo. Nunca llegan los dineros, yo lo he sufrido.