El investigador coruñés criado en Corcubión denunció el expolio del «Douro» y lleva años luchando por la protección del patrimonio subacuático
05 oct 2008 . Actualizado a las 02:00 h.Miguel San Claudio San Martín es submarinista y arqueólogo por imperativo familiar. Procede de una estirpe vinculada al mar, a los barcos hundidos y al arte, sobre todo con los cuadros de Urbano Lugrís. Que se dedicara a excavar pecios esa solo cuestión de tiempo.
-¿De dónde es usted?
-Yo nací en A Coruña, pero pasé mis primeros cuatro años en Corcubión. Mis primeros recuerdos son los juegos por el pueblo y la lluvia. Allí empecé a oír hablar de barcos hundidos. Mi padre tenía una empresa de salvamento, recuperación y desguace. Trabajó en el Jorge C , que se hundió en Caldebarcos, y en la fragata Ariete , en Lira. En casa solo veía equipos de buceo y se hablaba de barcos hundidos.
-Tiene un hermano que también se dedica a esto.
-Somos cuatro hermanos y Carlos ha seguido con el negocio que ya venía de mi abuelo. La empresa familiar comenzó en los años 20. La rama materna tenía una chatarrería que hoy sería una empresa de reciclado de materiales de salvamento de buques. Hacía sociedad con firmas de la Costa da Morte. El primero remolcador de salvamento que hubo en España era de mi abuelo y se llamaba Fisterra. Era muy bueno. La base de la empresa estaba en el puerto de Camelle, en el lugar en el que ahora está la casa de cultura. Cuando se derribó se descubrió que las vigas que sujetaban el edificio eran las vergas de antiguos barcos que se habían hundido por la Costa da Morte.
-¿Cómo pasó del desguace a la arqueología?
-Fue algo sencillo y complicado al mismo tiempo. Fue por influencia de mi abuelo paterno, que era de Cariño, pero vivía en A Coruña. Era una persona muy culta, un bibliófilo que prestó apoyo a muchos artistas como Lugrís. En su casa había muchos cuadros de él, sobre la magia del mar, los barcos hundidos, el cementerio marino. Era una visión romántica que me impactó mucho. Eso y la lectura me llevaron por el camino de la historia. En Santiago estudié el mundo marítimo desde un punto de vista menos directo. Hice unas inmersiones en el faro de Mera y di con unos cañones que están en el Museo de Ferrol. Pensé que al buceo le iba mejor la arqueología y dejé la historia moderna.
-Hasta hace poco no se ha hablado demasiado del tema.
-En Galicia y España estamos en pañales en estos temas. Estamos a años luz de otros países. Hubo dos intentos de arqueología submarina a finales de los años 70 y a principios de los 80, pero la Xunta los laminó y la arqueología submarina murió allí. Con el tiempo, por la caña que dimos los profesionales y las denuncias que han hecho los medios de comunicación de los expolios y latrocinios, la sociedad, por un lado, ha adquirido constancia del patrimonio y se ha empezado a desarrollar la arqueología más en serio, pero falta mucho, ya que no hay medios ni capacidad más que para realizar actividades puntuales.
-¿Por qué es importante la arqueología submarina?
-En la sociedad avanzada occidental, la premisa básica es cultivar y proteger la cultura y el patrimonio. En ningún punto de Europa podríamos entender que se destruyeran monumentos, pero lo que sirve para tierra firme vale para el fondo del mar. Del mismo modo en que hay que proteger una catedral gótica debemos cuidar de un barco de la misma época. Es cierto que la catedral puede verla todo el mundo y el barco no, pero sabemos más de las catedrales que de los barcos. De los naufragios podemos obtener datos históricos que nos sirvan para reconstruir la historia universal, porque una de las ventajas es que aquí tenemos naves noruegas, inglesas o italianas, que es algo que no nos encontramos en tierra. Otra de las ventajas es que encontramos elementos en mejor estado de conservación que los expuestos al aire. El fondo del mar es un medio aislado, donde las cosas están más protegidas, lo que nos permite conocer más.
-Hace unos años las obras de arte desaparecían con frecuencia de tierra firme, lo que ahora ocurre del fondo del mar.
-Todos recordamos hace 20 años que desaparecían cruceiros u obras por todas partes, pero empezó a salir en la prensa y se adquirió conciencia de cómo deben ser las cosas. En la arqueología submarina incluso ha habido organismos oficiales que se han llevado cosas de nuestra costa. Debajo del agua se supone que las características son distintas. Se cree que al estar debajo del mar las cosas son de cualquiera, aunque ahora se está cambiando y se sabe que las cosas no son de libre acceso, como el pleito que el Estado mantiene con el Odyssey . Es una actuación que no tuvo en el caso del Douro . Si eso no hubiera sido en Laxe sino en Valencia o ya no digamos en Cataluña no se hubieran encogido de hombros que es lo que hicieron.
-¿Ha cambiado algo desde entonces?
-Sí, se persiguió el caso del Don Pedro en Corrubedo y la Guardia Civil empezó a darle más importancia. El escándalo de Erik El Belga en los años 80 estalló en la cara de los políticos por la intervención de la prensa y eso hizo que cambiaran las cosas. Lo mismo pasó con el Douro, la gente empezó a tomar conciencia.
-Pero parece que hay una doble moral porque en muchas casas de la zona hay hallazgos submarinos.
-Ese es otro tema. No es para disculpar a nadie, pero por deformación profesional me pongo en el sitio del otro. En tierra nadie se llevaría la cabeza de un querubín de un retablo para ponerlo encima de la tele. Hay la debida percepción del patrimonio, pero en el mar parece que no hay quien se preocupe de las cosas. La gente piensa que si no se lo lleva lo hará otro. Hay restos de locales de hostelería en los que se muestran estas cosas. Son objetos que han ido apareciendo cuando no había legislación y ha habido suerte, porque lo normal es que vinieran en las redes y los rompieran para liberarlas. Sin embargo, lo que se hizo fue recuperarlos con cuidado. Los pescadores con sensibilidad se los quedaban o los regalaban a alguien que sabían que estaba interesado.
-¿Cómo deberían conservarse las cosas?
-Lo mejor es no excavar porque sí, sino para conocer y para proteger, que en algunos casos supone extraer, en otros cubrir y en otros ni siquiera actuar. La Xunta está montando un centro de investigación arqueológica submarina en Vigo, junto al Museo do Mar. Yo creo que debería ser algo descentralizado, que en distintos puertos se pudieran mostrar cosas. En Camariñas se podría hablar sobre la armada británica en Galicia por lo del Serpent y en Camelle de la relación de Galicia con la Argentina por el correo regular La Cántabra . Ese barco explica por qué hubo tantos coruñeses que emigraron a ese país en determinada época.