Frente a la Costa da Morte se perdieron más de 20 barcos de una flota de más de 175 que no llegó a su destino
30 nov 2008 . Actualizado a las 02:00 h.La flota de Martín Padilla pasó en los libros de historia a un discreto segundo plano. Seguramente porque no fue la primera, sino la segunda. La segunda Armada Invencible.
En 1588 fue derrotada la primera. Pero Felipe II no dio su brazo a torcer y en 1596, después de padecer las costas españolas decenas de saqueos de barcos británicos, el monarca dio la orden de partir a la segunda gran flota, mayor tal vez que la primera. Galeones, urcas y un buen número de embarcaciones menores partieron de distintos puertos con el mismo destino.
Desde Cádiz, desde Sevilla y desde Lisboa -entonces Portugal formaba parte del imperio- vieron salir la flota. Iban a unirse, en las costas gallegas, a la escuadra de Martín Padilla, que partió de Ferrol a su encuentro.
Frente a Fisterra los sorprendió un temporal el 28 de octubre de 1596. Poco pudieron hacer. De unos 100 barcos que allí se encontraban, en el recuento final solo 75 aparecieron. Los que resistieron acabaron llegando a distintos puertos, dispersos, desde Vigo hasta Vizcaya. De los desaparecidos, se sabe que unos 20 se fueron a pique contra las rocas en un área que va de Carnota a Fisterra.
Las cuentas de víctimas las envió por carta el adelantado del rey el 14 de diciembre. Fue el mayor desastre naval del que se tenga constancia en la Costa da Morte: 1.706 personas desaparecieron bajo las olas, entre ellos varios capitanes, caballeros irlandeses y bretones y varios oficiales.
San Jerónimo, Esperanza, Santiago, San Felipe, Galizabra de Portugal, Capitán de Ivella, Morión, Angel de Jacumbelum, Sansón el Chico. Son algunos de los nombres de los buques que no volvieron a tocar puerto.
En Fisterra, la mayor parte de las víctimas cayeron en la Punta do Saldo, también conocida como Punta do Diñeiro.
La causa de ese nombre la explica el arqueólogo subacuático Miguel Sanclaudio: a esa zona llegaban, cuando el mar removía los restos, monedas y otros objetos de los pecios.
Sanclaudio, propietario de la empresa Archeonauta, trabaja para la Dirección Xeral de Patrimonio en la catalogación y recuperación del patrimonio subacuático gallego.
Esta semana volvió a descender -apoyado por la empresa de Fisterra Buceo Finisterre- al fondo del mar para rescatar de los restos de aquella armada algunas piezas que de otro modo corrían el riesgo de perderse. El lunes subían a puerto, en Fisterra, dos viejas ruedas de uno de los cañones de un navío.
Martín Bueno
San Claudio no fue el primero en llegar a los restos de la segunda Invencible. En 1987 lo hizo el catedrático de arqueología de Zaragoza Manuel Martín Bueno, que hizo excavaciones en uno de los barcos, supuestamente en el San Jerónimo. Se dice que fue él el descubridor de la flota perdida, aunque no se sabe cuántos submarinistas pasaron antes por allí y, sobre todo, cómo estaban los pecios antes de que pasaran.
Martín Bueno hizo las primeras excavaciones y rescató un gran número de piezas que acabaron repartidos entre el Castillo de San Antón, en A Coruña, y el Museo Naval de Ferrol, de la Armada. Con aquellos trabajos llegó a realizarse una exposición en el Concello de A Coruña, en 1996, con motivo del cuarto centenario de aquel desastre. Pero tras esa fecha, la flota de Martín Padilla volvió a hundirse en el olvido. Visitada solo por los peces, esta semana comenzó a regresar, en pequeños fragmentos, a puerto. Sus restos van ahora a otro museo, el Museo do Mar de Vigo, donde esperan a conocer su destino.