El proyecto que dirige César Portela aún está en fase de redacción y pendiente de que se concreten inversiones
04 ago 2009 . Actualizado a las 12:53 h.El plan director del Monte do Cabo estará aprobado en el año 2010. Esa es la fecha de finalización prevista por la Dirección Xeral de Patrimonio. Su máximo responsable, José Manuel Rey Pichel, calificó ayer en Fisterra el documento como «esencial e estratéxico», un texto que servirá para marcar las líneas de actuación del lugar más visitado de la Costa da Morte y que permitirá ordenar los recursos para aumentar su atractivo.
Rey Pichel acudió a Fisterra acompañado por el arquitecto César Portela, encargado de redactar el plan director, y por el alcalde de la localidad, José Manuel Traba; el teniente de alcalde, Santiago Insua, y la edila Idalia Marcote.
Un objetivo más inmediato es la continuación de las excavaciones de la ermita de San Guillerme. Explicó el subdirector xeral de Patrimonio, Federico Garrido, también presente en el encuentro, que la Xunta seguirá adelante con los trabajos iniciados hace dos años. Las piezas encontradas están depositadas provisionalmente en el Museo Arqueológico de A Coruña, en el Castillo de San Antón, a la espera de que se complete la recuperación de todos los vestigios del yacimiento y de que se decida su destino.
Aunque está previsto que el plan director está listo el año próximo, los trabajos todavía están lejos de su finalización. Lo primero que hay que hacer, explicó Portela, es delimitar el Monte do Cabo, algo que todavía no está claro, ya que, si se corta desde el istmo de la Anchoa englobaría tanto el enclave declarado Patrimonio Europeo como la propia localidad y su entorno inmediato.
Más allá de las fronteras que se establezcan, el documento contará con una relación exhaustiva de todo el patrimonio natural y cultural existente, desde los senderos hasta los yacimientos, pasando por los árboles y las formaciones rocosas.
El arquitecto pretende que de este modo puedan controlarse los accesos y la calidad de las intervenciones en una zona que definió como un «lugar sagrado, como unha catedral». Entre sus objetivos está lograr que los visitantes no se agolpen en el faro, sino que lleguen a otros lugares de igual interés histórico y cultural.