El Citroën BX de 1987 que llevaba dos años y medio en la calle de la Mixirica de Fisterra ya no está en ella. Desde el miércoles por la tarde, en su lugar aparece un gran contenedor de obra. Algún vecino asegura que el coche está dentro, pero el propietario, Pedro Canosa López, señala que no es así, y que, en todo caso, «a quen lle importa onde está». El paradero se niega a revelarlo.
El cambio es un nuevo movimento de piezas en un tablero de ajedrez plagado de largos pleitos, y por varias vías. Algunos se han resuelto, otros no. El alcalde, José Manuel Traba, recordó ayer que el asunto está en los tribunales y que habrá que añadir nuevas denuncias, por ejemplo la de supuesto desacato a la autoridad (los policías locales le ordenaron que sacase el auto de la vía, a lo que se negó). El propio regidor había sido denunciado por prevaricación por una orden similar. «Arquivouse en Corcubión e tamén na Audiencia», señaló ayer. Traba indica que la titularidad está pendiente de juicio, pero considera que la vía es pública. Lamenta todo lo que sucede y añade que varios vecinos se han ido a quejar al Concello. Primero, por las condiciones en las que estaba el coche, lo que motivó incluso una inspección del Seprona, y ahora, porque el contenedor impide el tránsito por la calle.
Pedro Canosa, por su parte, se muestra muy crítico e indignado por la actuación del Concello, pero también con la obra realizada justo al lado de donde tiene el contenedor, ya que, según él, se llevó a cabo sin cumplir las normas urbanísticas locales, entre ellas las cesiones pertinentes. «O terreo onde tiña o coche é meu. Se o xulgado di finalmente que non, e que os papeis non valen nada, pois a ver. Pero eu teño un documento público firmado ante notario e rexistrado onde queda claro que esa parcela é da miña propiedade».
Más que una parcela, son cinco repartidas en pequeños trozos, heredadas o adquiridas, y que en total suman unos 500 metros cuadrados. Hace un tiempo (todo este proceso tiene más de una década de conflicto) realizó cesiones para la vía, pero afirma que los otros no lo hicieron. «Por iso a estrada quedou onde quedou, aínda que fai un ano o Concello seguiu con ela a iniciativa dos donos dos terreos. Non é unha rúa pública, e ninguén pode usar a miña parcela porque non me expropiaron nada. O construtor que fixo un edificio ao meu lado tiña que ceder uns metros cadrados, e non os cedeu».
Canosa afirma que no habla por hablar, y que ha puesto todos estos datos, y más, en conocimiento de la Xunta.
Los problemas no se acaban aquí. En realidad, parece que aumentan con el tiempo: «Eu denunciei aos veciños, ao construtor e ao Concello porque abriron unhas ventás sobre da miña propiedade».
En cuanto a la visita de los agentes del Seprona, Canosa señala que habló con ellos y que, para evitar una multa elevada (no tenía seguro, ni ITV, entre otros) decidió sacar de allí el coche y poner en su lugar el contenedor, que, por otra parte, está nuevo y es muy caro.