Con el paso de los años, los dineros de los emigrante han cambiado de fines (y de dirección: ahora tal vez vayan más hacia allá que al revés), y por fortuna de las escuelas y los servicios elementales se encargó el Estado. Las remesas ayudaron, eso sí, a acceder a mejores estudios, a construirse casas, comprar muebles y coches, hacerse patrimonios familiares donde solo había miseria.
No obstante, aún hoy existen ejemplos de donaciones para fines públicos. El caso más reciente acaba de verse en Vimianzo, donde una parte de la escultura inaugurada el martes se sufragó con dinero de emigrantes.
El alcaldes, Alejandro Rodríguez Lema, incluso puso negro sobre blanco sus nombres: Antonio Rodríguez Arjomil, Vicente Rodríguez Arjomil, Elena Díaz Lema, Cándido Ricardo Villar Lema, Carlos Refubello, Evaristo Oroña Marcote, José Lavandeira, Herminia Redonda González, Francisco Ordóñez Graíño, Fermín Tajes, Ángeles García Carnés, Manuel González Pose, Domingo Allo Lema, Manuel Mouzo Allo, José Luis Mouzo Allo y Antonio Mira Ures.
El monumento de bronce, obra de la escultora de Carral Iria Rodríguez Martínez, tuvo ayer su primer día de tranquilidad, tras la multitudinaria inauguración del martes, con la presencia del presidente de la Xunta.