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Unos hombres que devolvieron a su pueblo educación y cultura

La Voz

CARBALLO

17 dic 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Entre las huellas más visibles de la emigración en la comarca de Fisterra destacan los legados de dos hombres que se fueron a América y entregaron parte de sus fortunas para atender a sus vecinos.

Fernando Blanco de Lema, ceense, hizo su fortuna en La Habana tras tener que dejar su tierra. José Carrera, corcubionés, consiguió convertirse en un hombre adinerado en Argentina.

Además de amasar sendas fortunas, se acordaron también de sus vecinos, dejándoles un legado que permitió que muchos jóvenes de la Costa da Morte tuvieran una educación que, de otro modo, nunca podrían haber recibido.

A principios del XIX Fernando Blanco dejó Cee con su familia. Acabaría siendo accionista de bancos y ferrocarriles en Cuba. Tras su muerte, se erigió con su fortuna la fundación que todavía sigue hoy en pie y que sigue funcionando como centro de enseñanza secundaria. En la antigua escuela de niñas hay hoy un museo

Muchas personas con formación universitaria le deben su educación a su legado, que siguió en funcionamiento hasta bien entrado el siglo XX.

José Carrera se fue a Argentina a finales del siglo XIX. Falleció en 1909 dejando en su testamento su voluntad de que en Corcubión, su villa natal, se construyese una escuela pública, laica y gratuita para educar a los niños. Hubo que esperar más de una década para que un primo suyo hiciese cumplir ese testamento. Dejó también 500.000 pesetas con cuyas rentas se financiaba la escuela. Como edificio educativo funcionó hasta los años 80 del siglo pasado. Por allí pasaron cientos de niños de la localidad. Hoy es la casa consistorial.

Los dos fueron los más importantes, pero no los únicos en acordarse de los suyos a la hora de repartir su fortuna.

El corcubionés Simón Tomé se hizo rico en Madrid a finales del XVIII. Dejó cuantiosas rentas para sufragar la educación de sus vecinos. Se disolvió su fundación en los años 80 del siglo pasado. Quedaban 6.000 pesetas en la cuenta.

Otro corcubionés da nombre a la Fundación Riestra. Dejó dos casas para asilo de ancianos pobres. Hoy se están restaurando para ser centro de día y residencia.