El artista Salvador Gil retira sus creaciones del paseo de localidad alegando «desinterés» por parte del Concello
09 abr 2010 . Actualizado a las 02:00 h.En los últimos años, a los vecinos y visitantes de Laxe se les habían ido sumando unos curiosos moradores de metal que con el paso del tiempo acabaron por convertirse en otros habitantes más del municipio. Sin embargo, en las últimas semanas, su censo ha ido decreciendo a marchas forzadas hasta reducirse a cero. La retirada, este martes, del monumento a los voluntarios -y de una creación bautizada como Os Arados- cerró un círculo creativo abierto poco después de la catástrofe del Prestige y que permitió convertir el paseo marítimo en una variopinta exposición permanente del artista local Salvador Gil Varela formada por casi una decena de estatuas. Gil -herrero de profesión y escultor de vocación- achacó ayer la retirada de las obras y su regreso al taller donde nacieron por discrepancias con el Concello, y mostró su decepción por el final de esta aventura escultórica que, con defensores y detractores, no dejó indiferente a nadie. Gil, que ha desarrollado la iniciativa de forma desinteresada, aunque conservando la propiedad de las creaciones, explica que los primeros desencuentros con el Ayuntamiento surgieron a raíz de su petición de ayuda para situar una valla en torno a la obra dedicada al Quijote y evitar así nuevos ataques por parte de los vándalos. «Pedinlle ao alcalde -cuenta- 300 euros e díxome que me ía dar 600, pero pasou o tempo e nada de nada». El artista explica que hace unos meses se volvió a vivir una situación similar, que supuso el detonante de la ruptura entre las dos partes. «Preparei una escultura sobre a Torre de Hércules que quería inaugurar coincidindo coa festa da Pilarica e coa súa declaración de Patrimonio da Humanidade e pedinlle ao Concello que me enviasen un electricista para dotala de luz, pero despois de moito esperar pasou coma co Quixote, nada», señala. Ante esta situación, Gil se llevó varias estatuas hace ya algo más de un mes como medida de presión, pero la falta de una respuesta desde el Ayuntamiento, propició que poco a poco fuese retirándolas todas -«coa axuda desinteresada dalgunhas persoas que me axudaron e ás que llo agradezo», explica- y que descarte restituirlas. «Estou moi desilusionado e decepcionado, aínda que o que si teño claro é que non quero que as obras saían de Laxe», explicó ayer desde su taller rodeado de parte de esas obras. Por su lado, desde el Concello restaron importancia a la polémica y el alcalde negó la existencia de discrepancias. «No seu día pediu permiso para colocalas e agora decidiu sacalas, así que nos respectamos a súa decisión», afirma Antón Carracedo.