El espectáculo lamentable al que se refiere el alcalde de Fisterra es el que protagonizan los enviados por algún propietario de habitaciones para captar clientes.
Hasta hace poco se los podía ver en Fisterra, en grupo, esperando la llegada del bus de Santiago para abalanzarse sobre los que del vehículo bajaban para ofrecerles alojamientos baratos. Llegó a haber enfrentamientos entre los propios emisarios de los falsos hosteleros y también con los que de verdad trabajan en el ramo y se oponen a esas prácticas. Todos esos encontronazos se produjeron delante de los propios turistas, que no se llevarían la mejor imagen del municipio.
Esa es una de las técnicas, pero hay más. Los hay que aguardan apostados en algún punto del Camiño y asaltan a su paso al peregrino para tratar de alquilarle un cuarto.
Estrategias variadas
El sistema que emplean varía, pero en general es todo menos honesto. De entrada dicen que no hay plazas en los albergues públicos cuando el caminante dice que es ahí a donde se dirige. Lo último para tratar de disuadirlo es una presunta plaga de chinches -obviamente inexistente- que citan para tratar de llevarlo a otro lugar en el que sí es posible que aparezcan esos insectos.
Los encargados de atrapar peregrinos y turistas, además, han extendido sus redes y ya no se limitan solo a buscar incautos en Fisterra. Los hay que se suben al bus en Cee y van desde allí, en el trayecto, tratando de liar a los visitantes para que alquilen sus habitaciones, unos cuartos que no tienen garantía alguna, no pagan impuestos y ofrecen, además, una mala imagen de la localidad, en muchos casos, a quienes la visitan.