Centenares de personas presenciaron en el monte pobrense el curro das Canizadas
11 jul 2011 . Actualizado a las 06:00 h.Es curioso como ciertas tradiciones en la comarca de Barbanza se resisten a pasar al olvido y luchan por mantenerse en el tiempo. El curro das Canizadas es buena muestra de ello y ayer volvió a reunir a centenares de personas en el monte de A Curota. Y es que muchos factores volvieron a unirse para que la cita -ineludible para muchos barbanzanos en el calendario- fuese todo un éxito.
El tiempo, uno de los más condicionantes, se mantuvo estable durante todo el día. Aunque lució el sol, el calor era soportable para ser un día de pleno julio y esto animó a vecinos y turistas a comprobar de primera mano como se revive el mito ancestral de la lucha entre hombres y caballos.
Los que no quisieron perderse nada de la programación tuvieron que madrugar. Y es que desde primera hora de la mañana los ganaderos comenzaron a bajar a los equinos hasta el curro, que fue ocupado al mediodía.
Las gaitas y los aplausos empezaron entonces a hacerse oír. El espectáculo estaba servido, aunque los platos fuertes se hicieron esperar hasta la tarde.
Para cargar las pilas, los asistentes disfrutaron de una comida campestre en la que, como no podía ser de otro modo, no faltaron los productos de la tierra. El paisaje del monte pobrense fue la guinda que adornó la celebración.
Impacientes estaban todos aquellos que querían presenciar uno de los momentos más inquietantes del curro: la rapa y el marcaje de los caballos. Pasaban las cuatro y media de la tarde cuando los hombres se armaron de valor para intentar inmovilizar a los animales. No fue tarea sencilla y las caídas se sucedieron en el recinto acotado, aunque, como siempre, terminó ganando la fuerza humana.
Monta salvaje y carreras
Tras unos momentos de respiro en los que los participantes en la lucha campal recuperaron el aliento, se procedió a las carreras de caballos de raza y a la monta de salvaje de campo a través. Los sorteos de un caballo y un cerdo y la entrega de premios a los mejores jinetes culminó la jornada, en la que volvió a quedar patente que el curro das Canizadas es una cita ineludible en la zona en la que niños y mayores disfrutaron de un día en contacto con la naturaleza y con la tradición.