Los expertos de Pan de Raposo compartieron su saber micológico con una treintena de aficionados
06 nov 2011 . Actualizado a las 06:00 h.La visita guiada a la exposición de setas que tiene montada Pan de Raposo en el aula de Música de Cee sirvió para demostrar que igual que en el supermercado los clientes no compran indistintamente lejía y lechugas, en el monte tampoco vale todo y las posibilidades de confusión son infinitas. Los colores y las formas engañan y, por lo tanto, es necesario tener en cuenta un amplio abanico de características para distinguir un rico manjar de lo que puede ser un billete para la sepultura.
Entre las decenas de especies y variedades expuestas, tanto comestibles como potencialmente peligrosas, la atención de los participantes se centró en la tan vistosa como dañina Amanita Muscaria y, sobre todo, en los boletus, las rúsulas y los níscalos, que son los tipos más abundantes en la zona y más apreciados en la cocina.
La manera en la que se rompen los tallos, el acoplamiento de estos con sus respectivos sombreros, las láminas o las membranas que presentan que presentan en las distintas fases de su evolución, fueron las características más referidas para distinguirlas.