María Teresa Alvajar, de 87 años, cantó en María Pita los versos que en 1936 le costaron un mes de calabozo
16 abr 2009 . Actualizado a las 11:00 h.Estuvo más de cuatro meses en la cárcel, «poco tiempo», sostiene. Una noche, cuando en el patio formaban los reclusos y el recinto estaba en silencio, a la jovencísima María Teresa Alvajar, entonces de 18 años, se le ocurrió entonar una canción con la música de la joven guardia roja. Para su sorpresa fue secundada por otras presas. A final reconoció su acción para evitar el castigo a otros presos y esto le costó un mes de estancia en el calabozo.
Ayer, María Teresa Alvajar, hija del periodista y político republicano César Alvajar y de la profesora y galleguista natural de Culleredo Amparo López Jean, estuvo en el palacio de María Pita y en una de las salas volvió a entonar aquella canción, tras afirmar que solo recordaba la segunda parte: «Aunque somos reclusas/ y no lo deben olvidar / no cometimos falta/ pues no ofendemos la verdad/. Ellos se venden al traidor/ y no se paran a pensar/ que en la vida todo cambia/ y esto tiene que cambiar/. Panzacuca, mariposa, carcelero y hambre cruel/ panzacuca, mariposa, vas teniendo un mal cartel». «Y no me pidáis mas porque no me acuerdo», concluyó la protagonista de los actos del Día da República que organiza la Comisión pola Recuperación da Memoria Histórica.
La entidad nombró a María Teresa Alvajar republicana de honra, un reconocimiento que le será tributado el próximo sábado, en una cena que tendrá lugar en el hotel María Pita. Sobre este nombramiento dijo sentir «una emoción muy grande; siento además que no merezco esto pero lo acepto para ofrecerlo a mis padres que eran quienes lo merecían; ofrecerlo a mi padre y a mi madre que en algún sitio nos estarán mirando».
Esta mujer relató cómo regresó desde Barcelona tras poner a salvo a su familia, viajando cinco días camuflada en un tren con la ayuda de un soldado gallego. En la ciudad donde nació en el año 1922 fue encarcelada aunque, según dice, «las cosas que pasaron no tienen importancia ya; con tantos que mataron, que fusilaron, que persiguieron, lo mío es nada, una gota en el mar y además ¡qué mayor orgullo que padecer por la República! Todo lo que me hagan por la República bienvenido sea».