Un hombre de 97 años dona un bajo para ubicar un centro de día

A CORUÑA

22 abr 2009 . Actualizado a las 11:57 h.

Una aclaración para empezar: «El día 20 cumplí 97 años». Después de invitar a tomar asiento, es lo primero que apunta Marcelino Vázquez, mientras se sienta en un sofá de su casa, cuya galería da al Obelisco. Este betanceiro, nació en Piadela, lleva unos dos años intentando ceder al Ayuntamiento coruñés el bajo de un edificio de Orillamar. «Allí se puede hacer un centro de día para la gente mayor que no tiene nada en aquella zona», sostiene. Luego recuerda el primer encuentro con Carlos González-Garcés, «y dos altos cargos del Ayuntamiento». Expuso su intención de ceder el bajo, «tiene más de 220 metros cuadrados útiles», y evoca que entonces el teniente de alcalde «me dijo que era un caso único y digno de elogio».

Marcelino relata que cuando llegó a la zona Orillamar y compró una finca de más de 3.000 metros cuadrados en la que plantaban patatas, «había animales, cerdos y hasta una o dos vacas». De todos modos, la parcela estaba pensada para acoger un taller de ebanistería, que fue a lo que se dedicó este hombre, «porque a mí lo de estudiar no me iba mucho, no quería libros y prefería ganar algo de dinero; la vida entonces era bastante difícil».

De Piadela a A Coruña

Mientras él estaba en Piadela con su madre, «mi padre estaba aquí (en A Coruña) con dos de mis hermanos, porque era guardia de seguridad, lo que es ahora la Policía Nacional». Marcelino Vázquez recuerda la llegada a la ciudad el día de la proclamación de la Segunda República, «venía con mi madre de la aldea y había una gran cantidad de gente en la calle, una enorme alegría».

Además del negocio de la madera, «después me dediqué a la construcción y en aquella zona hice más de 70 viviendas». Eran tiempos en los que convirtió la finca en solares, en uno de los cuales construyó un edificio de doce viviendas, donde está el local que ahora quiere ceder para usos sociales.

El bajo en cuestión está en el número 1 de la calle San Pablo, esquina a la travesía de Orillamar, y en estos momentos «los vecinos guardan allí coches y un señor también tiene allí unas cosas de su trabajo». Aunque recibe una renta mensual de 400 euros por el local, Marcelino Vázquez insiste en su deseo de cederlo; y, por ello, «fui varias veces a la Casa Paredes y hablé con un funcionario, que luego me parece que se murió».

Todo ello porque de aquella primera entrevista en el palacio de María Pita «no me contestaron nada». Hace unos quince días «fui otra vez a Casa Paredes pero me dijeron que la chica que me atendía estaba de vacaciones», insiste.

Otra gestión en el mismo sentido la hizo con el Partido Popular, «fui a ver a Carlos Negreira al Ayuntamiento y como me vieron tan mayor me dijeron que no subiera, que había unas escaleras para llegar al ascensor y que ya bajaba él; me recibió allí en una salita, me atendió muy bien pero de momento tampoco he sabido nada».