Chema Caballero relata esta tarde su experiencia con las infancias truncadas por la guerra en Sierra Leona
19 may 2009 . Actualizado a las 11:02 h.José María Caballero (Castuera-Badajoz, 1961), miembro de la congregación de los misioneros javerianos, vive y trabaja desde 1992 en Sierra Leona, donde dirige el programa de rehabilitación de niños y niñas soldado, y el proyecto de educación como motor de desarrollo en la zona más subdesarrollada del país, Tomko Limba. Esta tarde, a partir de las 19.30 horas en el centro de Caixanova de La Marina, pronunciará una conferencia contra la indiferencia.
-El fenómeno de los niños soldado no es exclusivo de Sierra Leona, ¿no?
-Yo llevo años trabajando con niños y niñas en medio de conflictos armados, secuestrados a sus familias y forzados a convertirse en soldados, espías, esclavas sexuales... Sigue habiendo más de 300.000 niños esclavizados así, en el Congo, en Chad, Sudán, Sri Lanka o Colombia...
-¿La raíz del problema es la miseria, la falta de conciencia social, cultural, la ausencia de recursos, de escrúpulos... o de todo un poco?
-La guerra es el problema. Los niños son más fáciles de manejar y de manipular y las armas que se usan son cada vez más ligeras. Y esas armas se fabrican en España, no en África. Por eso hay que pedir a los Gobiernos mayor transparencia en la comercialización de armas y desde luego que no se vendan a estos países en conflicto. Mientras existan estas armas ligeras y la codicia humana sin escrúpulos, existirán problemas como este, como los diamantes de sangre y tantos otros.
-¿Contarlo es la primera medida?
-Quiero que se conozca lo que está pasando para que se nos remuevan las entrañas. Es la realidad que viven cientos de miles de niños. Nosotros somos causa y tenemos la solución. Ese es el mensaje que queremos lanzar para que nos concienciemos de nuestra responsabilidad en este fenómeno de niños de 9 años armados y matando.
-¿Cómo se pelea contra esa realidad?
-En una primera fase, durante la guerra, tratábamos de acogerlos y rehabilitarlos. En época de paz, como estos años, procuramos darles formación, crear escuelas, convencer a las familias para que envíen sobre todo a sus hijas, que encuentren una salida laboral y puedan reintegrarse. Tanto a los niños soldado como a sus víctimas. Intentamos darles una oportunidad y ayudarles a que se reconcilien.
-¿Es posible superar tanto horror o quedan marcados para siempre?
-Quedan marcados. La violencia queda siempre dentro. Pero lo importante es ayudarles a vivir con esa cicatriz y que miren hacia el futuro. Todos los niños siguen teniendo de adultos pesadillas por la violencia vivida, pero hay que ayudarles a que no se sientan culpables, aun sabiendo el mal hecho.