Mucho más que 95 euros

A CORUÑA

Los miembros del grupo teatral del instituto de Zalaeta explican cómo vivieron la polémica con la SGAE, que finalizó con la exención del pago del canon

11 feb 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Difícilmente los integrantes del grupo de teatro del instituto Ramón Menéndez Pidal podrán olvidar las dos últimas semanas. De ser otra de tantas formaciones escolares que opta por meterse en las entrañas de la literatura en lugar de contemplarla en un libro de texto, han pasado a convertirse en el centro de atención de toda España. Todo por su tozuda defensa de algo que consideran innegociable: poder representar un texto de Federico García Lorca sin tener que pagar el canon de 95 euros que les exigía la SGAE en concepto de derechos de autor.

«Fue tremendo. Todos los días saliendo en el periódico», explican sentados en el escenario del salón de actos. Allí ensayan las tardes de los viernes y las mañanas de los sábados. Están sonrientes, henchidos de orgullo. Saben que su logro ya se considera un símbolo de la lucha contra la SGAE y que han sentado un precedente. «Que nuestro caso haya salido bien no quiere decir que existan otros muchos grupos en España que tengan que ceder a las presiones», exponen.

En la recámara quedan los planes que tenían pensados para el 19 de febrero. Ese es el día en el que el grupo representará Bodas de sangre en el Fórum Metropolitano. «Primero, pensamos en hacer una manifestación gorda, pero nos dijeron que era mejor descartarla», recuerda Alejandro López Álvarez. Finalmente, habían optado por una protesta menos aparatosa pero llena de simbolismo: «Íbamos a desplegar una pancarta sobre el escenario con el lema El teatro ha muerto y luego solicitar un donativo al público».

No será necesario. El martes Manuel Fernández Montesinos, sobrino y representante de la comunidad de herederos del escritor, ordenaba a la SGAE que no cobrase el canon que les había reclamado en los días anteriores. «Hubo mucha incertidumbre. Un día no pagábamos, al día siguiente sí, luego otra vez no. Al final ya no sabíamos qué pensar», asegura Alejandro L. Gesteiro.

Además de la dirección del centro, los alumnos contaban con el respaldo de sus familias («estaban igual de indignados que nosotros», dice Ana Calvo) y sus compañeros de clase («todos menos alguna personilla», puntualiza Alejandro). Pero la cosa fue más allá, con grupos de presión en Internet y hasta ex alumnos que se ofrecieron a abonar los 95 euros. «Todo fue impresionante», suspira Tamara Vázquez.

Indignación

«Llegué a creer que íbamos a tener que pagar. Cuando salió la noticia del correo del sobrino de Lorca que decía que nos cobraba, todo estaba negro», confiesa Tamara. «Ese correo nos lo tomamos como un insulto. Nos decía que como nos habíamos gastado 3.000 euros qué nos importaba gastar 100 más».

Los chicos creen que, en realidad, ni la SGAE ni los herederos de Lorca tenían ninguna intención de echarse atrás. En la figura de Fernández Montesinos y sus cambios de opinión se detiene Álvaro Queiro: «Me parece mal cómo lo hizo. Primero dijo ''no quiero que paguéis'' y después reculó diciendo ''sí quiero que paguéis''. Con tanta presión mediática se vio obligado a decir que no y, luego, por lo bajo, quiso decir que sí. Me parece una postura hipócrita».

Solventado el problema, el grupo prepara el estreno con más ganas que nunca. «Esperemos que no se les dé por venir el día antes y decirnos que tenemos que pagar», bromea Tamara. Sus compañeros se crecen: «Tal y como somos nosotros, ¡hacemos la obra aunque sea en la puerta del Fórum!», prometen con la mirada viva y desafiante.

Esas pupilas proyectan un idealismo en las antípodas de la generación ni ni y demás etiquetas sociológicas de nuevo cuño. Las palabras de Alejandro Álvarez lo resumen a la perfección: «Vamos a luchar por lo que tenemos que luchar. Hemos ganado una batalla, no la guerra».