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Mi mascota es un águila

Juan Torreiro

A CORUÑA

En la comarca coruñesa, un grupo de aficionados a las aves rapaces cría y adiestra este tipo de pájaros, práctica para la que en Galicia no existe apenas legislación

29 abr 2010 . Actualizado a las 11:54 h.

La cetrería -cazar con aves rapaces- todavía es un arte en pañales en Galicia, no existe una legislación precisa al respecto, y por extensión en A Coruña, donde apenas se cuentan una docena de aficionados a esta práctica. En la actualidad hay muy pocas asociaciones que acojan y difundan esta práctica, salvo para exhibiciones en ferias, aunque también están empezando a posicionarse empresas que utilizan las rapaces para espantar y controlar las aves plaga.

En un contexto puramente aficionado se sitúan Ramón Ferreiro y Eloy Santamariña, unidos por la pasión que sienten por este tipo de aves. «Existe la creencia popular en Galicia de que estos pájaros acaban con todo, la rapiña les llaman, pero no es cierto», afirma Ramón, quien confiesa que desde muy niño se sintió atraído por estas aves, «cuando era pequeño iba al parque de Santa Margarita porque me decían que había un halcón, pero nunca lo vi». Ramón compró su primera rapaz en el 2004 y «vino de Holanda», y en la actualidad cría y entrena en su finca de Culleredo un azor y tres águilas de Harris, «originarias del desierto de Sonora, entre EE.?UU. y México», señala.

Por su parte, Eloy explora esta afición desde hace 10 años y entre sus pájaros destaca un híbrido de halcón peregrino y gerifalte, valorado en más de 1.000 euros «Ahora en Internet puedes encontrar mucha información sobre el tema, y también comercio de aves». Eloy señala que «a partir de 500 euros ya encuentras pájaros interesantes».

Entrenamiento

Ramón Ferreiro va a su finca de Culleredo todos los días a volar a sus pájaros en cautividad y a alimentarlos. «Suelen volar antes de comer y normalmente le coloco un localizador por si se despistan y se pierden», aunque afirma que hasta ahora «nunca he perdido un ave». La dieta de sus rapaces es carne de pollo, básicamente, «aunque también hay criadores que les dan codornices o ratas de laboratorio criadas para tal fin».

Ramón Ferreiro es socio de varios cotos de caza, a los que asiste en ocasiones con alguna de sus aves para cazar, «pero esta práctica no está muy bien considerada por los cazadores convencionales, que creen que las rapaces pueden espantar a las presas, aunque nada más lejos de la realidad», comenta. «En realidad», señala Ramón, «lo que suelo hacer más a menudo con mis pájaros es practicar la modalidad de caza sin muerte», explica.

Con este razonamiento, Ramón no se considera un cetrero, ya que «no estoy interesado en la caza, sino que a mí lo que me gusta es pasar tiempo con estas aves y salir al monte para que se musculen y se pongan fuertes», asegura. Y eso es exactamente lo que se puede comprobar durante un paseo por el monte con Ramón y su águila Ricki. El ave describe vuelos cortos, de árbol en árbol y de vez en cuando, Ramón extiende el brazo y Ricki vuela sin dudarlo al guante protector, donde le espera una chuche de pollo.

«En realidad es como si paseara con un perro», dice Ramón antes de silbar, y en pocos segundos aparece la magnífica figura de su águila Harris con las alas extendidas planeando sobre un prado y de repente se detiene en vertical exhibiendo su plumaje, ante el gesto orgullos de su cuidador.