El golden retriever que pasa el día ante la floristería de Marisol Paz se ha ganado el corazón de los coruñeses, hasta el punto de que ya se proyecta erigirle una estatua
19 sep 2010 . Actualizado a las 02:00 h.Resulta difícil pasar por la zona peatonal de la plaza de Lugo y no fijarse en él. Grande, con pelo blanco y rostro bonachón, Ney guarda sitio fijo en la puerta de la floristería Armonía. Desde allí lo controla todo, como Michael Ney, el mariscal francés que nombró Napoleón, del que toma su nombre. A diferencia del militar, el perro es dócil y de paciencia infinita y se deja querer por las decenas y decenas de personas que, día a día, no se resisten a pasar la palma de la mano por la nuca del animal en forma de caricia.
«Siempre fue un perro muy social, aunque de pequeño era algo travieso, pero resulta encantador y se hace querer mucho. Todos los días viene un montón de gente a verlo y a él le encanta», dice Marisol Paz, su dueña. Madre el músico Jacobo Paz, regenta la floristería Armonía en los bajos del mercado y, diariamente, lleva a Ney con ella. La paciencia se comparte: «A mí me gusta que esté aquí y que venga la gente. Los que más se emocionan son los niños. Les piden a los padres que los traigan aquí, es como su parada inexcusable. A veces puedes ver a 7 u 8 niños subidos encima de él».
La cosa llega a límites curiosos. Marisol lo explica: «Esta mañana una amiga mía llegó a la tienda riéndose. Venía del Hospital Abente y Lago. Me dijo que había visto a una mujer que le estaba dando la merienda a su hija y le decía: 'Si comes todo te llevo a ver a Ney'». Otro caso resulta igual de sorprendente: «Ahora tenemos una niña que viene todos los días a tomar el biberón al lado del perro».
Pero, sin duda, la historia más tierna la protagonizó hace ya unos años un vecino de la zona que padecía alzhéimer. «Era un señor que tenía unos 90 años y había perdido la memoria casi totalmente. Decía 'perro, perro' y tenía que venir todos los días a la tienda -recuerda Marisol-?. Los hijos lo traían, Ney se acercaba a él y dejaba que le acariciase. El señor entonces sonreía. Era el único momento del día que lo hacía. La familia le colocó una foto de Ney en su habituación. Está claro que es un perro muy especial».
Pero no todo resulta perfecto en el mundo de Ney. «Lo malo es que come mucho», explica su dueña. Y, claro, esa voracidad insaciable incluye la merienda de sus amiguitos: «A algunos niños le roba los bocadillos -dice riéndose-. Va muy despacito y se lo coge por detrás. Ney ve a un niño y ya piensa inmediatamente en comida. Y ve a las mamás dándole el yogur y se pone a la cola para que le den a él también».
¿El «Hachiko» coruñés?
Marisol Paz afirma que Ney es «toda una institución en el mercado». La devoción de los trabajadores de la plaza y los vecinos llega a tal punto que planean hacerle un monumento. «Sí, comentan que sería bueno ponerle una estatua aquí delante -expone Marisol señalando frente a su tienda-para cuando no esté, siempre que nos deje el Ayuntamiento el espacio. Ahora tiene nueve años muy bien llevados, pero estos perros duran poco», admite resignada. «Bueno, pueden llegar a los 13 o 14», puntualiza uno de sus clientes.
De este modo, de cumplirse esos deseos, Ney pasaría a tener una estatua como la de Hachiko en Tokio. En ella se homenajea a un perro que, durante años, acudió al punto de encuentro con su dueño después de que este hubiera fallecido. Erigida en 1934 se fundió en la II Guerra Mundial para la fabricación de bombas, aunque luego en 1947 se volvió a levantar. Hoy en día es el punto de encuentro más famoso de la capital nipona.