Regístrate gratis y recibe en tu correo las principales noticias del día

Ría de O Burgo: hasta aquí hemos llegado

A CORUÑA

04 sep 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Cuando se desplomó el vertedero de Bens -en unos días se cumplirán 15 años de esa tragedia ambiental pero también humana- el entonces edil del ramo, Pedro Vasco, manifestó: «No hay mal que por bien no venga». Sus palabras sonaban frívolas fuera de contexto, pero el concejal quería decir que el desastre era una llamada de atención, quizás la última, a todos, políticos y sociedad, para atajar una situación -acumular basura al tuntún- que no podía prolongarse más en el tiempo. Sin duda y sin falta, había que apostar por un nuevo modelo. El alcalde de la época, Francisco Vázquez, declaró su conversión al verde, aunque la cosas -y no hay más que ver cómo está ahora Nostián, con una deuda que dicen ronda los 60 millones de euros, y acumulando basura- no acabaron como estaba previsto. El modelo es mejorable. Sobró, quizás, improvisación, y faltó un poco de suerte (o sobró ingenuidad, también): el gobierno local confiaba en que una nueva tecnología hiciera desaparecer la basura imposible de transformar en compostaje. El resultado lo podemos ver, y oler, aquí y en el desván de Sobrado...

Como sucedió en su día con la catástrofe del vertedero de Bens, el ataque criminal del viernes a la ría de O Burgo debería hacer reflexionar sobre el futuro de este accidente geológico único en el mundo al que se ha maltratado durante decenas de años. Lo alarmante del caso es que, como sucede casi siempre, y con la ría de O Burgo no ha sido diferente, los políticos solo se ponen de acuerdo a la hora de manifestar las condolencias. Representantes del Gobierno central, la Xunta, la Diputación, el Consorcio y los ayuntamientos del área han condenado un ataque que nunca debió producirse pero que, parafraseando al edil de Medio Ambiente de hace 15 años, debería servir para algo más que para lamentarse. Hay que actuar. Teniendo en cuenta el overbooking de administraciones presuntamente preocupadas por el caso, debería haber medios y recursos para resolver un problema que se dilata en el tiempo, pues fue justo en la época en la que se desplomó el vertedero de Bens cuando la Xunta presentó un plan multimillonario para regenerar la ría. Tres lustros y millones de anuncios de inversiones después, lo que debería ser un paraíso natural sufre constantes vertidos -accidentales unos, nada accidentales otros-, y el fango en algunas zonas alcanza varios metros de altura, por no hablar del furtivismo, al que no se acaba de poner coto. Urge depurar responsabilidades sobre lo sucedido el viernes -el causante debe pagar por ello y la pena ha de ser ejemplarizante-, pero urge también depurar la ría, y no solo ambientalmente, sino desde el punto de vista político: la ensenada tiene que dejar de formar parte ya de las cuitas políticas entre el Gobierno de turno, la Xunta de turno y los ayuntamientos de turno. La ría de O Burgo es mucho más que el medio de vida (que ya es bastante) de unas 150 familias. Manifestada la condena por el atentado del viernes, y si es que de verdad no queremos otro Bens, toca devolver a la ría el esplendor que tuvo y que entre todos echamos por tierra. Es ahora, o es nunca.

Lo alarmante del caso es que, como sucede casi siempre, los políticos solo se ponen de acuerdo a la hora de las condolencias