Si algo va a caracterizar en un inmediato futuro nuestra economía sostenible será la gestión de los materiales. La gestión de esos materiales que fueron en su inicio materias primas; es decir, trozos de un maravilloso planeta que lacerando las tierras fueron extraídos por la minería, refinados y fabricados con alto coste energético y contaminante. Y una vez objetos, tras una efímera utilización, son desechados en casi su integridad material.
El marco de la sostenibilidad hacia el que indefectiblemente tenemos que caminar nos obliga por motivos de eficacia en el uso de los materiales, de contaminación, de cambio climático y de equipo social planetario a iniciarnos en una nueva economía basada en materiales secundarios. Aquellos que fueron objetos que ceden sus materiales para reencarnarse en nuevos objetos de consumo, sin lacerar los bosques, sin apenas contaminar.
La obligación ineludible de las autoridades en esta coyuntura de cambio hacia la sostenibilidad es proteger, ayudar y promocionar los proyectos que, como el de la planta de tratamiento de residuos sólidos urbanos de Nostián, suponen la base de la nueva economía de los materiales secundarios.
La obligación de la ciudadanía es seleccionar y separar cuidadosamente los residuos que genera para que puedan ser reciclados. Es una forma más que eficaz de demostrar cotidianamente el amor que sentimos por nuestro maravilloso planeta, las gentes y las vidas de quienes lo habitamos.