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Llamazares recorre en «Las rosas de piedra» la médula de nuestro país

Miguel Lorenci

CULTURA

La obra supone la primera entrega del periplo del escritor por la totalidad de las catedrales españolas

26 may 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

«La catedrales son las cajas negras de nuestra historia». Lo asegura Julio Llamazares, (Vegamián, León, 1955) escritor y viajero que se ha impuesto la titánica labor de recorrer todas las catedrales españolas y, a su través, «indagar en la médula de nuestra historia y nuestra manera de ser». El escritor leonés entrega ahora al lector la primera parte de esta «aventura catedralicia». Son las casi 600 páginas de Las rosas de piedra (Alfaguara), en las que da cuenta de su recorrido por 45 de las 75 catedrales repartidas por todo el territorio español. «No es una guía artística», advierte, y sí «un viaje la médula de un país que es una suma de países».

Llamazares lleva siete años sumido en este «ambicioso, divertido y enriquecedor» viaje literario e histórico y necesitará quizá otros tantos para llevar a buen puerto su hazaña narrativa.

«He hecho lo de siempre; escribir el libro que me gustaría leer. Escribir lo que me apetecía, algo que, por fortuna, me he podido permitir siempre», se ufana el autor de La lentitud de los bueyes o Memoria de la nieve. Para presentarlo ha elegido la catedral de León -«si no la más bella, quizá la más pura»- y ha regresado a la capital castellana, en la que no había tomado parte en un acto público en los dos últimos decenios. Cree Llamazares, como Rimbaud, que «viajero es el que viaja por partir» y ese ha sido una vez más el motor de la aventura que comenzó en septiembre del 2001 y que le ha llevado a recorrer, de momento, las catedrales de la mitad norte de la Península.

Unas formidables construcciones «que son como hojaldres milenarios, con capas que se superponen y encierran nuestra historia, nuestros anhelos y nuestra manera de ser y de entender la vida». «Unas cajas negras que reflejan a la perfección la historia de nuestro país y unos espejos que nos dicen lo que fuimos y lo que somos, aún siendo espejismos, reliquias del tiempo que quedó aprisionado en ellas», resume.

«La mayoría de las catedrales se han convertido por desgracia en museos y, en el peor de los casos, en parques temáticos», lamenta Llamazares. Unos parques temáticos por los que hoy pululan legiones de turistas. «Eran una fiesta para los sentidos que hoy no sabemos disfrutar», afirma el escritor leonés.