La historia de dos emigrantes gallegos que llegaron a Brasil en los años 50 es el tema de Los números del elefante , la primera novela de Jorge Díaz (Alicante, 1962), guionista de televisión que sitúa los protagonistas en los bajos fondos de Río, entre mafias y burdeles.
-Porque el grueso de la emigración en Río era gallego a mediados del siglo XX. No hay más que dar un paseo por esa ciudad para descubrir un montón de locales con nombres gallegos. Y tenía claro iba a ambientar mi novela en Río.
-Me críe en Portugal por el trabajo de mi padre, y acudía a un colegio español que estaba lleno de gallegos, yo era el único madrileño, porque aunque nací en Alicante soy de Madrid. Así que he tenido tanto contacto con gallegos que las fiestas de mi adolescencia eran en el local Xuventude de Galicia, mi primera novia era de Lugo... Así que, entre que me gustaba Galicia y el mundo del emigrante gallego que se iba a Sudamérica dejándolo todo atrás, Bernardo y Albino tenían que ser gallegos. -¿Se identificó con lo peor de la emigración gallega, no? -A ver, había muy pocos gallegos que fueran así, pero los había. De hecho, una de las razones por las que quería situarla en Río era porque la prostitución, por ejemplo, estaba en manos de gallegos. Los dueños de los locales nocturnos, de los burdeles y las pensiones habían sido judíos centroeuropeos a principios de siglo XX, pero cuando llegó la gran emigración gallega en los 50 se quedó con todo, lo que no quiere decir que fueran malos, pero unos poquitos no se ganaban la vida tan honradamente como debían. -¿Qué son los números del elefante? -En Brasil hay una lotería ilegal que nació en el zoológico de Río, y que se juega con una serie de números que pertenecen a un animal. Y el 45, 46, 47 y 48 son los del elefante, y que en la interpretación de los sueños que hacen los brasileños es el que hay que elegir para apostar si sueñas con la muerte. -¿Suerte y muerte son las claves de esta historia? -Es la historia de una vida, no es una novela de suspense, y la muerte está presente como una premonición. Y el elemento suerte está porque es Brasil, el juego, negocios... Y esa vida a la que llega Bernardo, en la que parece inevitable apostar.