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España baila a Bélgica en un entregado Riazor

Pedro J. Barreiros

DEPORTES

Silva y Villa, autores de dos goles cada uno, lideraron el triunfo de la selección, que barrió por completo a su rival

06 sep 2009 . Actualizado a las 14:28 h.

España se impuso a Bélgica con absoluta autoridad en su primer partido oficial en Galicia y vuela hacia el Mundial. Su juego vertical y vibrante recordó por momentos al inabordable ritmo que desplegó durante la pasada Eurocopa, cuando se llevó el título y se originó la actual comunión entre público y jugadores en pos de un objetivo único: ganar partidos disputando el fútbol más brillante posible.

Silva y Villa protagonizaron la victoria. El primero se reencontró con su mejor juego tras un decepcionante final de temporada e inicio de verano. Sus dos goles (el primero abrió el marcador al borde del descanso) fueron a cada cual más definitorio de un mediapunta a medio camino entre la magia canaria, que por genes acumula en sus botas, y ese sabio bautismo en el fútbol profesional que el Valencia le buscó en Eibar hace ya unas cuantas temporadas. El caso es que el dorsal 18 español hizo reaparecer durante algunos instantes sobre el césped al lesionado Iniesta, con cuyo próximo regreso la selección no puede hacer más que relamerse.

Del Bosque acumuló a todos sus jugones en el once, en el que no entró Senna, que fue uno de los descartados. No le importó prescindir de un futbolista propio de banda, pues Villa y Fernando Torres cayeron constantemente a la izquierda, mientras Silva se dejó ver por la derecha. Xavi, el indiscutible director de orquesta, gozó de libertad total de movimientos gracias a sus dos guardaespaldas, Xabi Alonso y Busquets, y respondió trazando asistencias imposibles a las constantes diagonales de sus compañeros. El rival, sencillamente, no sabía ni dónde le venían los tiros en cada ataque.

Ocasiones

A pesar de la neta superioridad demostrada en la primera parte, a España le costó diez minutos ponerse las pilas. Su primera ocasión llegó tras un balón recuperado en el mediocampo belga que Busquets sirvió a Villa, quien tras recortar al defensa cruzó demasiado sobre la meta de Gillet. Fue el primer «uy». El asturiano perdonó poco después una de esas oportunidades que nunca suele fallar: a bocajarro tras un barullo en el área permitió que el portero desviase. Pero la jugada aún no había terminado. Con la selección convertida en pleno vendaval de juego, tras un nuevo centro al área Torres se deshizo de su defensor para fusilar a la cruceta. «¡Torres! ¡Torres!», rugió la grada, que ya había elegido a su favorito.

El delantero del Liverpool, ídolo de quinceañeras y con ascendencia gallega, volvió a desmelenarse en una asistencia magistral de Xavi a la media luna del área, pero cruzó demasiado. Sí que tuvo bien cerca el gol su compañero de ataque. En el minuto 22, Villa penetró en el área y regateó en una baldosa a Vanden Borre, que entró al trapo y le hizo penalti. Su disparo, centrado y a media altura, fue despejado con el pie por el meta belga.

Pero no pasó nada. El catastrofismo ya no comulga en este equipo. Bélgica solo se asomaba al contragolpe. Piqué y Puyol, espléndidos en la anticipación y siempre bien situados, se bastaban para frenar estas acometidas, en general individualistas y que Fellaini, la supuesta estrella rival, contemplaba casi siempre de lejos. Al larguirucho centrocampista belga se le siguió más en sus protestas al árbitro que con el balón en los pies.

Gran jugada

La segunda parte comenzó con una jugada de tiralíneas de España. Una delicatesen colectiva para empezar. Xabi Alonso conectó con Arbeloa, que habilitó a Xavi, solo en la posición de mediapunta. Conectó con Villa, que esperó la llegada por la izquierda de Capdevila, pero Torres ajustó demasiado su cabezazo en plancha. Fútbol en estado puro antes de los goles que terminaron por sentenciar (¿no estuvo claro desde el principio?) el partido.

Todo sucedió en un suspiro. El 2-0 fue obra de Villa, que igualó a Hierro como segundo máximo goleador de la selección, penetró en el área, donde conectó un disparo imposible de detener para Gillet. Acto seguido, el gol del partido: Piqué, solo en el punto de penalti, envió a la red un contragolpe que él mismo había iniciado en terreno español. El central del Barcelona se sumó así a la fiesta ofensiva que disfrutaban sus compañeros y volvió a evidenciar su fenomenal progresión.

El cuarto tanto, de nuevo obra de Silva cuando Bélgica bastante hacía con tratar de rebasar el mediocampo, y el quinto, de Villa, cerraron con sonrisa una noche para recordar.