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Urdiales admite que Salgado creó falsas expectativas en el Vigo Stick

VIGO

03 nov 2009 . Actualizado a las 12:02 h.

Entre el lamento y la petición de auxilio, la principal cara visible -y para muchos la única- del Vigo Stick ha encendido las alarmas. En un discurso sosegado, Enrique Urdiales, que ejerce de directivo y técnico del cuadro olívico de hockey, ha reconocido que Míchel Salgado no fue la solución. Es más, a la larga, pese a su aportación al club, pudo haberse convertido en un problema al confundir al personal con expectativas que no se han cumplido.

«La llegada de Míchel en febrero ha servido para mantener el club a flote, pero a veces se confunde su figura con la del rey Midas. No se puede pedir a una figura mediática que financie personalmente un proyecto deportivo», comenzaba Urdiales.

Y es que, aunque el futbolista ha ayudado a maquillar las cuentas, la euforia que desató su presentación como presidente se ha convertido en un gatillazo terrible. «Son trenes que van por caminos paralelos pero que no se encuentran. La sensación que podía dar tanto a los jugadores como a otros estamentos es que venía Míchel y aquí estaba todo solucionado. Al final, está claro que no ha sido así», reconocía el directivo, que no quiso dedicar ni un reproche pero sí dejó evidencia de su decepción.

«Cada uno es dueño de sus palabras. Una cosa es cuando Míchel plantea el proyecto y otra las circunstancias. Él se ha incorporado como un activo más, para aprovechar sus contactos. Nos ha ayudado en sus relaciones. Lo que los demás podíamos esperar es un problema nuestro», se resigna Urdiales.

«Yo no les quito razón a los jugadores y comprendo el problema. Entendería que los que llevan más tiempo aquí pudiesen mostrar su frustración. Lo que me duele es que venga alguien hace un mes y medio para darnos lecciones de cómo llevar un club», alegó Urdiales en referencia a las declaraciones de Marcelo Uribe la pasada semana en La Voz.

Los patrocinios, insuficientes

Los múltiples patrocinios que iba a traer Míchel Salgado se han quedado en uno, Toshiba. «Las circunstancias han hecho que esas cantidades sean insuficientes para sanear la deuda del club, que es anterior a su gestión. Hemos metido la pata hace dos meses porque teníamos unas expectativas de esponsorización que no se han materializado», reconoce Urdiales. El club tiene cerrado actualmente el setenta por ciento del presupuesto, pero acumula deudas del pasado, y tampoco ha recibido del Mundial el balón de oxígeno que esperaba. «La publicidad a través de la televisión fue un fracaso», confiesa el directivo.

El desánimo de la plantilla

Con semejante panorama, el club ha tenido que recortar los sueldos de los jugadores. «Nos hemos visto obligados a plantear a la plantilla el recorte de sus contratos y la forma de pago. Algunos jugadores no han podido aceptarlo», alega Urdiales.

La grave crisis que atraviesa el club ha obligado a cambiar el objetivo de un modo drástico. El Vigo solo es candidato ya a la supervivencia, lo que supone un golpe más en el vestuario. «Es el desánimo de una plantilla creada para el ascenso, que se encuentra de pronto con un cambio de objetivo, el tener que luchar por la permanencia».

De hecho, Urdiales ya se agarra a cualquier clavo ardiendo. «Probablemente para el año habrá una remodelación de la Primera División y podamos mantener la categoría incluso después de no tenerla deportivamente». Toca sufrir, y mucho.