El Balomán Cangas Frigoríficos del Morrazo culminó una remontada épica ante el Torrevieja y sigue soñando con la salvación. Los alicantinos vencían por seis goles (15-21) cerca del ecuador del segundo tiempo, pero en ese momento O Gatañal volvió a ser en de las grandes noches y levantó a un equipo que estaba muerto.
Siete minutos tuvo que esperar la afición canguesa para ver su primer gol, obra del lateral serbio Tihomir Doder. Ni tan siquiera un tiempo muerto de Nikola Milos había conseguido despertar a su equipo ante el vendaval alicantino (0-5, min.6).
Pero poco a poco el Cangas se fue entonando, consciente de que se le iba la vida en el choque. Liderado por el esloveno Borut Oslak, con tres goles consecutivos, los de Milos se acercaron en el marcador (6-8, min.17) después de cinco minutos sin marcar de su rival.
El Cangas hacía la goma, pero era incapaz de culminar su remontada. Sin Doder en pista, los de Milos mostraron sus debilidades en el ataque posicional, donde tienen Oslak dependencia. Sobrepasado el minuto diez del segundo acto el Torrevieja alcanzó su máxima ventaja (15-21, min.42).
El partido parecía sentenciado. Pero cuando más oscuro estaba panorama, los discípulos de Milos apelaron a su orgullo para no darse por vencidos. El Cangas se entonó en defensa y un par de goles de Toni Ugalde ayudaron a despertar a una afición que hasta ese momento no había dado señales de vida. O Gatañal se convirtió entonces en un infierno para los alicantinos en cada uno de sus ataques. Pejanovic desapareció, el lateral croata Vukas se escondió, y Novelle y Rochel eran incapaces de superar el muro azul.
El Cangas había metido la sexta marcha y con un parcial 8-1 consiguió el milagro (23-22). Había un nuevo partido. Todo estaba por decidir. A falta de tres minutos, el central Oslak, derrotado físicamente, falló un penalti ante Adolfo para situarse dos arriba. Su error lo enmendó Ugalde faltando 36 segundos. El Torrevieja pidió tiempo muerto. Vukas marcó y el Cangas falló su lanzamiento -de nuevo Oslak-, pero el portero Adolfo, faltando once segundos, eligió la peor opción y mandó el balón directamente a la grada. Victoria asegurada. El sueño aun es posible.