La final de Wembley resumió las virtudes del mejor equipo del arranque del siglo XXI
30 may 2011 . Actualizado a las 20:03 h.«Sus pases te dejan atónito». Ferguson aseguraba estar preparado, haber aprendido la lección recibida en Roma; pero el viejo zorro escocés no encontró recursos frente a la inmensa superioridad exhibida por el Barça. Cada apartado de la estadística responde un por qué del recital culé en Wembley. Una final de Champions convertida en resumen del modelo de fútbol que ha marcado el arranque del siglo XXI. El que ha colocado a los azulgrana a la altura (en títulos continentales) del Ajax que sometió a Europa a inicios de la década de los 70. El del Cruyff jugador. Imposible encontrar un mejor precedente para la máquina (casi) perfecta engranada por Guardiola.
Paciencia
Un trivote decisivo. Durante diez minutos, los primeros de la final, el Manchester mantuvo al Barça encerrado en su campo. Ese intenso arranque evitó que la diferencia en el control del balón fuera sonrojante en favor de los catalanes. A la altura del descanso y con el choque empatado los diablos rojos apenas alcanzaban el 30% de posesión (69-31, a favor de los culés). La relajación después del 3-1 propició un mayor equilibrio en los guarismos: 63-37. Los de Ferguson no necesitan acunar la bola para hacer daño: en su camino a Wembley solo el Marsella fue claramente inferior en este aspecto. Sin embargo, la distancia entre los rivales de la final del sábado fue tan grande que entre Iniesta, Busquets y Xavi dieron más pases acertados de los acumulados por los once jugadores del equipo titular del Manchester (296 por 280).
El trivote ha sido la gran seña de identidad de Guardiola, que promocionó a Busquets y acentuó el papel de Iniesta y Xavi. El capitán en ausencia de Puyol desequilibró la final con una perfecta asistencia a Pedro con el exterior de su pie derecho y atesoró un 91% de pases buenos (Piqué, Iniesta y Messi también superaron el 90%). Paciencia y toque para superar el fútbol directo de las islas.
Entrega
Infatigables en la presión y la búsqueda de espacios. El trío de canteranos, gran exponente de la marca de la Masía, se ha erigido también en un referente de entrega en beneficio del equipo. Sus componentes fueron los que más corrieron en el Barça, superando todos los diez kilómetros (Xavi rozó los doce). No solo basculan ofreciendo una alternativa en la salida; son además inagotables en la presión.
Guardiola ha incidido con éxito en la preparación física, imprescindible en el fútbol de continua permuta que propone. Xavi e Iniesta se mueven con libertad sobre el campo y solo Messi tiene esta temporada un puesto más o menos fijo en el centro del frente de ataque. Pedro y Villa alteran sus posiciones reduciendo la efectividad del marcaje del rival, como pudo verse el sábado. El canario empezó el partido emparejado con Fabio en la banda izquierda, pero sus mejores ocasiones y el 1-0 llegaron desde la zona derecha del ataque azulgrana.
La estrategia impide dar al contrario referencias fijas, una situación en la que los centrales con poca movilidad sufren especialmente. Ferdinand y Vidic son dos portentos en colocación y contundencia en el corte cuando se enfrentan a delanteros corpulentos y centros laterales. Messi les obligó a salir a buscarle dejando espacio para las diagonales de Villa y Pedro. Nunca pudieron con la Pulga cuando el 10 llegó en carrera. La velocidad en las acciones es otra de las señas de identidad del modelo culé.
Individualidades
Un jugador único para marcar las diferencias. Aquel Ajax giraba en torno a un holandés volador que abrió, precisamente en Wembley, una racha formidable de tres títulos de Champions consecutivos. Especialmente memorable fue el segundo, en el que Cruyff ninguneó al Inter de Mazzola y Jair. Messi presumirá en un futuro de haber dejado en nada al Manchester de los Rooney, Giggs, Ferdinand, Van der Saar. El argentino hizo el segundo del Barça en la final de Roma y repitió en la de Londres para alcanzar un registro fenomenal en poder de otro clásico del United.
Sus doce tantos en una sola edición de la Liga de Campeones igualan la cifra obtenida por Van Nistelrooy en la temporada 2002-2003. En aquella campaña, los diablos rojos no pasaron de cuartos y la marca de su ariete se quedó en un registro personal. Los goles de Messi, sin embargo, no solo le han convertido en máximo anotador de la competición por tercer año consecutivo, sino que han dado el cuarto título de Champions a su equipo. El balón de oro ha aparecido en los encuentros clave. Decidió las semifinales frente al Real Madrid y fue elegido el hombre del partido en Wembley (también lo había sido en Roma hace dos años).
En el estadio londinense no solo marcó, sino que se convirtió en el jugador más buscado por sus compañeros y también en el receptor de la mayoría de las faltas del rival (6 de las 16 cometidas por el Manchester). Su trascendencia la resumió Guardiola en sala de prensa: «Podríamos competir pero sin él no tendríamos el salto de calidad que ofrece este Barça». Una solución única en el mundo para cuando el colectivo no es suficiente.
Sobriedad
Balón jugado desde una zaga limpia y efectiva. Una falta cada 18 minutos. Ese es el bagaje del Barça en el apartado disciplinario de la final. Cinco infracciones con un valor añadido: ninguna llegó durante los diez minutos de acoso inicial del Manchester y todas fueron cometidas a muchos metros del área culé. Las jugadas a balón parado eran una de las armas más temidas del rival y los azulgrana evitaron el riesgo mediante la prevención: tampoco concedieron un solo córner en contra.
Obligado por las lesiones a reestructurar una y otra vez su zaga, Guardiola confirmó su olfato para exprimir su plantilla incluso en posiciones atípicas. Lo logró con Touré en Roma y lo repitió el sábado con Mascherano, impecable acompañante de Piqué, otro producto de la cantera que ejemplifica la insistencia culé en jugar el balón desde la cueva. Tanto él como su pareja argentina tocaron más la pelota que cualquier jugador del United y lo hicieron con acierto: 90 y 88% de efectividad en el pase, respectivamente. Además redujeron a uno solo los tiros del rival entre los tres palos. Misión en la que fue clave la colaboración de Valdés, convertido en líbero por la defensa adelantada que emplea el mejor equipo del momento.
Futuro
Un banquillo de garantías. Un central que destierre a Milito y rejuvenezca a Puyol y dos laterales, un centrocampista y un delantero que den profundidad a un banquillo cortísimo. Es la lista de refuerzos que espera el Camp Nou. Piezas que se asienten en un modelo insuperable.