Arbitró el duelo más largo de la historia del tenis, en Wimbledon 2010
18 jul 2011 . Actualizado a las 06:00 h.A sus 36 años, Enric Molina está considerado por la Federación Internacional de Tenis (ITF) como uno de los mejores jueces de silla del mundo. En su trayectoria hay tres finales de Grand Slam y otras tres de Copa Davis. Pero eso no le impide formar parte de iniciativas menores como es el Torneo Internacional de tenis femenino Cidade da Coruña
-¿Qué es lo que le llevó a ser juez de silla?
-No creo que lo mío haya sido vocación, pero tampoco por casualidad. Siempre me ha encantado el tenis y lo vi como una oportunidad de estar ligado al deporte que me gusta. Me siento afortunado porque estoy encantado con mi profesión.
-Forma parte del Gold Badge (los seis mejores árbitros del mundo). ¿Qué supone esa designación?
-La verdad es que es un orgullo a pesar de que es un mundo peculiar y bastante difícil. No tanto por la profesión sino porque resulta muy complicado subir de categoría. He tenido la oportunidad de estar en lo más alto y realmente es un orgullo.
-No puede arbitrar partidos en los que haya un jugador español ¿No le frena en cierto modo ser compatriota de una generación de tenistas tan buena?
-Sí que frena un poco, pero hay que entender que es parte del juego. Antes de nada me considero deportista y estoy orgulloso de que los jugadores que hay en este país nos representen. Me haría ilusión poder arbitrar alguna más, pero no me puedo quejar. Me va bastante bien.
-Ha arbitrado tres finales de Copa Davis y tres de Grand Slam. ¿Con cuál se queda?
-Son muy distintas. Diría que la Copa Davis es lo más difícil porque hay mucho empuje ambiental. Es más complicado a nivel técnico y estás sometido a más presión, pero por otro lado un Grand Slam es lo máximo a lo que puedes aspirar. La verdad es que no podría elegir entre una u otra.
-¿Qué hace para superar la presión de un público en contra?
-La experiencia te ayuda a saber en qué momentos tienes que ser más duro o más flexible con el público para que un partido no se te escape de las manos. Tienes que jugar con ambas bazas. También es necesario conocer y ponerte en el lugar del público y su cultura. No es lo mismo arbitrar en Sudamérica que en Suiza o en Francia. Tienes que hacer un poco de psicólogo y marcar los límites.
- Cuál ha sido el partido más complicado al que se ha enfrentado?
-La última final de la Copa Davis en Serbia fue bastante dura. Es un público que no tiene una cultura tenística y lógicamente eso dificulta la labor. En España o Argentina el público puede gritar, pero conoce el protocolo de este deporte y saben cuando callarse. El público serbio estuvo muy caliente y agresivo
-¿Qué es lo más difícil para un juez de silla durante un partido?
-Siempre hay momentos delicados en un partido, pero lo más difícil es mantener la concentración durante muchas horas. ¿Te imaginas lo complicado que fue arbitrar el Isner-Mahut en Wimbledon que duró algo más de 11 horas?.
-¿Qué habilidades cree que debe tener un buen árbitro?
-Concentración, psicología y comunicación. Tanto con el jugador como con el público. Hay que saber cuándo y de qué manera has de decirles según qué cosas para controlar el partido.
-Fue el juez de silla en los partidos de retirada de André Agassi y Carlos Moyá. ¿Qué partido le gustaría arbitrar antes de terminar su carrera?
-Tal vez una final entre Federer y Nadal, aunque es imposible porque compartimos nacionalidad. Lo que me gustaría es terminar mi carrera sin problemas. Acabar como empecé, sin que se note.
-¿Y de jugadores retirados?
-Stefan Edberg (no duda). Era mi ídolo y me hubiese encantado. Tuve la ocasión de arbitrar a Patrik Rafter y es un fenómeno, tanto dentro como fuera de la pista.