El lucense, de 10 años, gana el Campeonato del Mundo en su categoría
25 ago 2011 . Actualizado a las 06:00 h.Líder del campeonato continental a falta de una prueba
El título de campeón del mundo no es fruto de la casualidad. Prado se encuentra a un paso de alzarse con el título europeo. A falta de una prueba, que se disputará en Bulgaria en septiembre, aventaja en 27 puntos al segundo clasificado. La competición constará de dos mangas con 25 puntos en liza para el vencedor de cada una. El lucense ha ganado siete carreras hasta la fecha.
Un lucense los dominó a todos. Jorge Prado se convirtió hace unos días en el campeón del mundo más joven de la historia del motocrós. Con diez años de edad, reinó de manera incontestable en la competición celebrada en Cingoli (Italia), a lomos de una KTM de 65 centímetros cúbicos. Fue un paso más en una carrera meteórica, enfocada desde sus primeros pasos a convertirse en genio y figura de las dos ruedas. Una muesca más en el currículo de un pequeño emperador.
Jorge Prado ha roto barreras desde su niñez. Ha dibujado entorchados en todas las competiciones en las que ha aparecido. Y en Cingoli, en su primera irrupción en un Mundial, dejó patidifusos a sus contrincantes. La exhibición del piloto fue total. Mandó en los entrenamientos y en el calentamiento. Se sobrepuso a un mal arranque en la primera manga para ganarla y repitió triunfo en la segunda. Y, de propina, rubricó la vuelta rápida.
Pero el camino hacia el título de campeón mundial no fue sencillo. La categoría de 65 centímetros cúbicos está abierta a pilotos de hasta doce años de edad. Sobre el papel, competidores más experimentados que Jorge Prado. Solo los cuarenta más rápidos de los entrenamientos acceden a la carrera. Y el lucense fue el único español que entró en liza a por el título. «Es el mejor, pero no tiene una superioridad aplastante», afirma Jesús Prado, padre del motociclista. Una vez superada la criba inicial, todo fue rodado hacia la gloria.
Dificultades económicas
La temporada no ha sido un camino de rosas para Jorge Prado. La crisis económica le sacudió de lleno. Solo recibió ayudas del Concello y la Diputación de Lugo, pero la ilusión ha derribado barreras. Ahora, tras la consecución del título mundial, un nuevo mar de posibilidades se ha abierto ante él. Empresas internacionales llaman a su puerta y ha conseguido una repercusión con la que ni siquiera soñaba. «No éramos conscientes de la magnitud de lo que ha conseguido», asevera su padre.
Suma y sigue. La próxima temporada dará el salto a los 85 centímetros cúbicos. Los derrapes en la moto de 65 ya se le han quedado pequeños.
El precoz salto de la moto de pedales a la montura de gasolina
Jorge Prado nació con una moto debajo del brazo. O casi. Su padre Jesús le inculcó la afición por el deporte de las dos ruedas desde bebé y a los cuatro años comenzó a hacer sus primeros pinitos en el trial.
Jesús Prado narra los primeros pasos de su hijo en el motociclismo: «Yo era muy aficionado a este deporte y él venía conmigo en la moto de trial. Ya desde pequeño andaba en una de plástico, de las de empujar con las piernas. Pero pronto pasó a la de gasolina y se le dio muy bien».
Poco a poco, los éxitos fueron llamando a la puerta de Jorge Prado. A los siete años cambió el trial por el motocrós. La pasada temporada, se convirtió en el campeón de España más joven de la historia, a la edad de nueve.
Fue un apunte más en un currículo al que había agregado el campeonato madrileño de trial a los seis años y el de motocrós de automáticas a los siete. Dos campañas después, deslumbró en el Master Kids, el mundialito de la modalidad. Consiguió el triunfo y mostró su candidatura al campeonato disputado hace unos días en Cingoli, para el que la edad mínima con la que se puede competir son los diez.
Pese a que el motocrós no goza en España de un gran impacto mediático, sí que lo hace en Alemania, Holanda o Italia, países en los que Jorge Prado va camino de convertirse en ídolo.
Esta temporada no podrá repetir el título de campeón de España. Sus compromisos en el Europeo le han obligado a renunciar a la disputa de varios premios. No obstante, cada vez que ha comparecido en el certamen nacional ha sellado la carrera con victoria.