Una familia neorural construye en la parroquia estradense de Berres la primera biovivienda de la zona, con una cubierta vegetal que no pasa desapercibida
21 may 2010 . Actualizado a las 13:33 h.Hace un mes que se instalaron en Berres y ya se han hecho famosos. Carlos Pujol y Mariña Regueiro compraron en la aldea de Celeiróns una casa tradicional y la convirtieron en una biovivienda. La cubierta vegetal de gramíneas que sustituye la teja tradicional no pasa desapercibida. «Agora tedes que plantarlle grelos», bromean los vecinos. Ellos no tienen pensado. Existen cubiertas verdes con huertos o jardines encima, pero requieren una estructura más compleja para poder soportar el peso, un sistema de riego y muchos cuidados. Carlos y Mariña no querían convertirse en esclavos de su tejado. «En una casa rural sobra qué hacer», comenta Carlos.
La cubierta vegetal de la vivienda lleva solo una lámina aislante sobre la que se ha colocado una capa de tierra en la que ha crecido espontáneamente la hierba. «La tierra tenía la semilla y de forma espontánea creció grama silvestre. Precisamente es lo idóneo, porque es una planta con un ciclo que se ajusta muy bien a las necesidades de la casa. Está alta todo el verano, con lo que los rayos del sol no entran directamente, y en otoño e invierno está verde y retiene la humedad», explica Carlos.
Además de ser más barata que un tejado convencional, la cubierta-prado supone un plus de aislamiento frío-calor y es un importante agente de descontaminación. Según explica Carlos Pujol, en las ciudades americanas se está empezando a utilizar mucho para contribuir a la eliminación del dióxido de carbono y en Alemania el gobierno ha aprobado medidas para favorecer su implantación. En Galicia, de momento, hay ejemplos contados.
Los hijos de la pareja están preocupados por quién cortará el césped en el tejado. La abuela materna les ha dado la solución con una foto vía e-mail de una vivienda similar con dos cabras pastando encima. No serán necesarias. La hierba crecerá y morirá repitiendo su ciclo sin necesidad de intervención alguna.
La reforma de la vivienda es obra del propio Carlos, un vecino de Barcelona que en 1983 peregrinó a Santiago y conoció a Mariña, que había escapado del asfalto madrileño buscando refugio en la casa familiar de Corme para montar una escuela de encaje de bolillos.
Carlos Pujol es bioconstructor de profesión y en Berres ha hecho realidad su sueño de vivir en comunión con la naturaleza. En principio compró la casa para arreglarla y venderla, pero al final se enamoró de su obra. Últimamente vivían en un piso en una urbanización de Santiago y empezaban a sentirse asfixiados. La medicina: volver a la aldea.