Jacinto Tenreira, un vecino de San Xoán de Vilanova, un pequeño pueblo del Concello de Miño, tenía varios montes en el lugar sobre el que ahora se levanta la urbanización Costa Miño, uno de los grandes proyectos urbanísticos de Martinsa-Fadesa. Cuando el ayuntamiento realizó las expropiaciones necesarias para urbanizar la zona, a él le tocaron 17 ferrados. Cobró 12. Los cinco restantes todavía se los adeudan. Pero no es el único que tiene pendiente el abono de parte de los terrenos sobre los que ahora se levantan edificios, calles y el campo de golf. Pocos metros más abajo de donde está la casa de Jacinto Tenreira vive María del Carmen García. Su padre está en un caso parecido.
Como ellos dos, otros vecinos de cerca del centenar de afectados por las expropiaciones realizadas para levantar Costa Miño están en idéntica situación. Tanto ellos como los que han recurrido el justiprecio fijado por las expropiaciones y que están a la espera de la resolución del Tribunal Contencioso Administrativo, se han convertido en otros de los afectados indirectos del proceso concursal abierto por Martinsa-Fadesa.
Incertidumbre
La pregunta que se hacen los primeros es quién les va a pagar lo que les deben. Y la de los segundos, quién se hará cargo de la diferencia de precio entre los seis euros por metro cuadrado que les dieron por las expropiaciones y la cantidad que reclaman en caso de que la resolución del tribunal sea favorable a ellos.
Un ejemplo claro de esa incertidumbre es el de Jacinto: «Tiña uns 17 ferrados en toda esta zona. Aínda que agora, como todo cambiou tanto, non sabería ubicar moi ben onde estaban exactamente os montes», explicaba ayer con cierta nostalgia, mientras paseaba por una de las calles ya urbanizadas de la mayor promoción urbanística de la empresa en Galicia. Sus posesiones en la zona alcanzaban los 9.316 metros cuadrados, teniendo en cuenta que el ferrado equivale a 548 metros. «No meu caso, os terreos para levantar a urbanización foron expropiados, houbo outra xente que xa vendeu dende o principio e non tiveron que recurrir a ese proceso. Pero a min expropiáronme, e aínda teño dous montes por cobrar», comenta, mientras explica todo el trastorno que ha conllevado el retraso.
«Levamos máis dun ano baixando ao Concello para que nos digan algo, para que polo menos nos den unha explicación e o único que fan é darnos largas, pero nunca nos dan outra explicación. E xa é moito tempo», comenta.