Miles de personas se manifestaron ayer en Estrasburgo convocadas por los sindicatos europeos para protestar frente a la sede del Europarlamento en esa ciudad francesa contra la directiva de tiempo de trabajo que se votará hoy en el pleno. Esa norma, a la que el Consejo de la UE ya ha dado su visto bueno, permitiría que determinados colectivos, especialmente el personal sanitario, pudiera realizar semanas laborales de hasta 65 horas.
A la protesta, que según los organizadores contó con 15.000 participantes y de acuerdo con la policía local con no más de 5.000, acudió el secretario general de UGT, Cándido Méndez, que calificó la norma como «la directiva de la barbarie y de la esclavitud». «Si mañana el Parlamento Europeo no es capaz de parar democráticamente esta barbaridad, la opinión pública va a tomar buena nota de cómo la CE y los países protegen a los banqueros ante la crisis, y a la clase trabajadora la dejan indefensa», añadió.
La directiva es fruto de una propuesta de la Comisión que ha sido modificada a lo largo de varios años de negociaciones entre el Ejecutivo comunitario, el Parlamento y el Consejo. En uno de sus últimos trámites fue aprobada en ese foro, pero los eurodiputados no se pronunciarán sobre ese documento, sino sobre un informe elaborado por el socialista español Alejandro Cercas que propone mantener en 48 horas semanales la jornada semanal máxima. El informe requiere también que desaparezca en el plazo de tres años una regla que permite ahora a los países incluir semanas de hasta 60 horas para determinados colectivos, para los que los tiempos de descanso en las guardias no se contabilizan como horas de trabajo.
Cercas dijo en el pleno que el texto aprobado en su día por una mayoría de Gobiernos -España se abstuvo entonces- «arroja a los más débiles a condiciones infrahumanas». Sus propuestas se votarán como enmiendas a ese documento, y precisan de una mayoría de 393 votos para salir adelante.
El resultado está en el aire, dadas las profundas diferencias en la posición interna de los grupos. Los eurodiputados españoles, incluidos los del PP y PSOE, han anunciado que votarán en contra de las 65 horas. En ese sentido, el popular Juan Andrés Naranjo advirtió de que «no se puede confundir un aumento de la duración de la jornada con la flexibilidad que necesitan empresas y trabajadores».