Con los acordes de las canciones de Aute aún flotando en el aire, el noveno congreso confederal de CC.?OO., en cuya apertura participó por primera vez un presidente del Gobierno, le sirvió a José Luis Rodríguez Zapatero de escenario para reforzar el anuncio, ya esbozado en ocasiones anteriores, aunque de modo más tímido, de que su Gobierno «en ningún caso» recortará los derechos de los trabajadores. «El objetivo será ampliarlos», dijo, al referirse a las «horas bajas» por las que el empleo está pasando en el país.
Asimismo, Zapatero lanzó un aviso a navegantes al afirmar que aquellos que defiendan y pretendan lo contrario -recortes salariales, menor protección social- «ya saben a qué puerta no deben llamar». Tras esto, el presidente, que elogió el trabajo y la responsabilidad del sindicato, hizo un repaso por las principales medidas adoptadas por el Ejecutivo para frenar el avance de la crisis: desde el plan integral para el sector de la automoción hasta el fondo de 8.000 millones para obra pública en las Administraciones locales, pasando por la subida de las pensiones mínimas.
Y es que el principal reto es, como insistió, retomar cuanto antes la senda de creación de empleo: «Os pido un esfuerzo colectivo y solidario en este tiempo duro, pero que podemos encarar con confianza».
El lema del congreso, «El trabajo es el centro de la sociedad. Más fuertes, más útiles», en referencia a los efectos de la crisis sobre el empleo y al papel del sindicato, le permitió al secretario general saliente, José María Fidalgo, hacer un balance de su gestión constatando el crecimiento de los afiliados y recordando que el sindicato llevaba varios años -«incluso antes de que se advirtieran los primeros síntomas de desaceleración económica»- alertando de la inminencia de la crisis.
Aunque Zapatero ya no estaba en la sala, Fidalgo criticó algunas de las actuaciones del Ejecutivo, como su improvisación ante una catástrofe anunciada: «Hubiéramos deseado más reflexión y menos compulsión, más cocina y menos escaparate».