El fundador cerró el paso a sus herederos para que no entraran en el mercado de las marcas blancas
ECONOMÍA
El anuncio del expediente de extinción de contratos supuso ayer una sorpresa relativa, a la vista de los movimientos realizados por Leche Pascual en los últimos meses. En el comunicado difundido ayer, la empresa señala que se trata «de una inevitable medida puntual sobre las actividades del grupo más afectadas por la importante reducción en el consumo de productos lácteos durante los últimos meses, que ha producido la crisis económica, unida al auge de las marcas de distribución en el segmento de leche clásica en brik».
La razón por la que la firma no ha entrado en el negocio de la marcas blancas -uno de los factores que ha llevado a la compañía hasta la situación actual, son las exigencias impuestas por el fundador del grupo antes de su muerte, según algunos productores que llevan años entregando su leche a Pascual.
De acuerdo con esta versión, nunca desmentida oficialmente, Tomás Pascual dejó las manos atadas a sus herederos para que no pudieran acceder a este mercado ni reducir de forma drástica el precio de la leche. De hecho, salvo tímidas incursiones, la empresa no ha tomado parte en la guerra para captar consumidores.
Caída del consumo
Pascual se ha convertido en la primera víctima industrial de la crítica situación por la que atraviesa el sector lácteo. Ayer mismo, fuentes de la firma recordaban que en el 2008 el consumo de leche en España era de 77,8 litros por persona y año, frente a los 13 que se demandaban en el 2001. Actualmente, la cuota de mercado de las marcas blancas o de distribuidores supera el 51% , con un incremento del 10% en el último año.
Una de las primeras reacciones al anuncio del expediente de extinción de contratos para la totalidad de la plantilla de Outeiro de Rei llegó ayer de la mano del administrador único de Leite Río, Jesús Lence, quien afirmó que siente «de corazón» lo ocurrido y añadió que esta «no es una buena noticia para el sector». Destacó también que su sentimiento es doble por la amistad que le unía con Tomás Pascual.
La planta de Outeiro de Rei cuya continuidad está en el aire, pendiente de la decisión que finalmente adopte la autoridad laboral, comenzó a funcionar en 1992 y seis años más tarde abordó una importante inversión con el objetivo de incrementar su capacidad de producción.