El Ejecutivo planea subir los peajes y lanza globos sonda para acabar con las ayudas a la natalidad
11 oct 2010 . Actualizado a las 02:00 h.En la circunvalación de Dublín ocurre algo que, de suceder en Galicia, acarrearía seguro una sonada polémica entre intereses localistas. Sucede que en el anillo de autovías que rodea la ciudad solo hay un peaje, que está ubicado en un puente a la altura de Westlink, al oeste de la ciudad. Cuesta tres euros, pero no todos los conductores que usan la vía lo pagan. Solo los que entran y salen cada día de la capital cruzando ese tramo se topan con las cabinas, porque al resto, si vienen o van al sur o al norte del país, y entran o salen antes o después de Westlink, la carrera les sale gratis.
Hasta ahora nadie había considerado que ese gravamen fuera un agravio. Tres euros no suponían demasiado en un país que llegó a tener en el 2007 una renta por habitante de 44.000 euros al año. Pero las cosas han cambiado, la crisis ha hecho que la riqueza por persona se quede en 35.000 euros anuales, y al Gobierno no le ha quedado más remedio que cambiar el sistema. No le mueve, claro, ningún ánimo equitativo, sino una mera y acuciante necesidad recaudatoria.
La crisis financiera, que ha obligado al Estado ha acudir al rescate de los principales bancos del país, ha dejado a Irlanda al borde de la bancarrota. El plan del Gobierno de Brian Cowen para recortar en 3.000 millones de euros el déficit presupuestario de este año, que ya supera el 14%, se ha quedado obsoleto después de que se supiera que la inyección de dinero público que precisan las entidades financieras podría superar los 50.000 millones. Así que el Ejecutivo busca dinero bajo las piedras: peajes, impuestos, nuevas rebajas de salarios, recortes de prestaciones sociales...
Globo sonda
Por Westlink pasan a diario unos 110.000 conductores, pero son decenas de miles más los que usan algún tramo de la circunvalación. Y Cowen ha lanzado un globo sonda: dividirla en cuatro sectores, y aplicar a cada uno una tasa de 0,75 euros, similar a la que también gravará otras carreteras y autopistas hasta ahora libres de cargas en varias zonas del país. Ya le han salido opositores: «En el momento en que pones un peaje en un sitio, la gente lo evitará. Es un mecanismo ineficiente de recaudar dinero», asegura Conor Faughnan, portavoz de una asociación de automovilistas, que recuerda que, aunque el peaje de Westlink ganó 95 millones el año pasado, los costes de recaudarlos superaron los veinte millones.
Impuestos
El problema al que se enfrenta el Estado irlandés es muy grave, porque la necesidad de aumentar sus ingresos no se debe solo a la carga de los rescates bancarios, sino a que las partidas corrientes a través de las que obtenía financiación también se han desplomado. El cierre de empresas, la caída de los beneficios de la mayoría de firmas, y el consecuente incremento del paro, que ya roza el 12%, han dejado la recaudación de impuestos de los nueve primeros meses de este año un 6,5% por debajo del nivel del mismo período del 2009.
El Gobierno no lo tiene nada fácil para acotar ese riesgo. No quiere subir el impuesto de sociedades, el más bajo de la UE, porque teme que, si lo hace, las empresas extranjeras huirán a otros países con mejores condiciones fiscales. Tampoco puede recortar los salarios de los funcionarios, a quienes ya ha aplicado esa medida subiéndoles además las cotizaciones sociales. Y no tiene capacidad para subir el IVA porque la tasa generalista ya está en el 21%, el máximo permitido en la UE.
La única solución posible parece ejecutar drásticos recortes en los gastos sociales, algo muy impopular en un país con una población acostumbrada a prestaciones estatales de calidad en la sanidad, la educación, la atención a desfavorecidos...
Hace unas semanas, Cowen lanzó otro de sus globos sonda: recortar las ayudas a la natalidad, que alcanzan los 166 euros al mes por cada uno de los dos primeros hijos y que en el 2009 supusieron más de 2.600 millones de euros. La reacción social enseguida lO echó atrás, y Cowen ni siquiera se ha atrevido a eliminar esos subsidios para las familias con más ingresos, que ni las necesitan ni se las toman como un incentivo natalicio.
De hecho, algunos irlandeses piensan que antes de acabar con esas partidas, es mejor subir la presión fiscal. Como pregunta Paul Melia, periodista del Irish Independent : «¿Qué indignará más a la gente? ¿Una subida generalizada de las tasas de las autopistas, o una reducción en el número de profesores?».