Un matadero de Betanzos que vende carne a la cadena de hamburgueserías McDonald's compró el pasado martes 62 animales por 48.000 euros
14 nov 2010 . Actualizado a las 02:00 h.A José Antonio Cejo Pereira se le llevó el brazo la toma de fuerza de su tractor hace varios años, y quizá por eso es de los pocos ganaderos y tratantes que acuden al mercado de Silleda sin el bastón que los distingue. Esa pieza les sirve para apartar y conducir a los animales, para dar golpes sobre la mesa pidiendo silencio en la sala de subastas, y también para subrayar sus argumentos cuando se les pregunta por la situación del sector. Pero a José Antonio, que preside la cooperativa Os Chaos de Silleda, el bastón no le hace falta para tomarse a broma su accidente: «Cortar as uñas, atar os cordóns dos zapatos ou lavar as mans. ¿Ti que cres que é máis difícil facer cunha man soa?».
José Antonio no suele perderse los martes de feria, y aunque en esta ocasión no ha traído ningún animal ni pretende comprarlo, recuerda que no hace mucho, antes de la crisis de las vacas locas, incluso los becerros de peor calidad se vendían bien. «Os pintos malos chegaban ás 30.000 pesetas, pero agora é raro que por un deses xatos ruíns che dean máis de setenta euros». Junto a él asiente Manuel Quintela, que lleva medio siglo vendiendo y comprando ganado. «A primeira vaca que merquei, con 18 anos, custoume 24 pesos [120 pesetas, unos 75 céntimos de euro]», rememora.
Bolsa de valores
La lonja de Silleda funciona como cualquier bolsa de valores. Lleva lustros en marcha, pero en su día supuso una revolución para los ganaderos porque el sistema de subasta a ciegas les permite obtener el precio máximo por sus reses, sin necesidad de regatear con los tratantes, sin tener que negociar en exclusiva con ellos a pie de granja, y sin arriesgarse a tener que elegir entre perder una venta o llegar a un mal acuerdo.
Pago garantizado
Además, el pago está garantizado por completo, porque es la Fundación Semana Verde de Galicia, de la que depende la Central Agropecuaria, la que firma los talones, que se entregan al momento de la compra. La organización de la lonja les cobra a los ganaderos 2,5 euros por cada becerro y 5 por cada vaca vendida, con excepción de aquellas cuyas pujas quedan desiertas y de las que son excluidas de la subasta en el control veterinario previo.
«É o sistema máis limpo para fixar prezos», asegura Miguel Sánchez, responsable de la central, quien explica que esta mañana ha habido 55 tratantes pujando por los animales. Sobre todo de Galicia, pero también de Asturias y de Cantabria. «¿Onde vai atopar un gandeiro máis compradores que aquí?», inquiere.
Sánchez asegura que los precios que se pagan en Silleda están entre un 20% y un 25% por encima de los del resto de los mercados gallegos, incluido el de Santiago. Y advierte de que la venta de becerros por apenas un puñado de euros es algo excepcional. Es verdad que el martes se vendió un pinto de mala calidad por 16 euros, pero también lo es que un tratante pagó casi 650 euros por un excelente ternero de rubia gallega.
Compradores y vendedores no negocian entre sí, porque la compraventa se realiza mediante un sistema informático que recoge las plicas de forma anónima e individualizada. Luego, el el coordinador de la subasta, Julio Pérez, asigna la venta de viva voz a la oferta más alta, que aparece en una gran pantalla. En ese momento, señala Pérez, tanto el ganadero como el tratante pueden rechazar la operación incluso si no están allí, porque se admite que los transportistas que recogen y descargan el ganado actúen en su nombre.
Así lo hace Manuel Nogueira Montoto, un camionero que ha venido a Silleda con el mensaje de no vender los becerros de sus clientes, de buena calidad, por menos de 400 euros. En su camión caben unos veinte, o siete vacas grandes, y él cobra alrededor de un euro por kilómetro dependiendo, claro, del número de animales a transportar.
Hamburguesas
Los compradores, por contra, suelen llevar siempre sus propios camiones, sobre todo si esperan hacer un buen día. Isaac Mosquera, extremeño con orígenes en Galicia, tiene pinta de haberlo hecho, porque pujó por un total de 120 vacas y logró hacerse con 62 de varias razas.
Ha pagado por ellas unos 48.000 euros para Mataderos Frigoríficos de Montellos, una firma de la localidad coruñesa de Betanzos que sacrifica unas 3.000 reses al mes y que tiene dividida literalmente su producción: la carne de la mitad trasera del animal se exporta a Dinamarca, Francia y Alemania, y la delantera se la llevan las hamburgueserías de la cadena estadounidense McDonalds.