La rebaja hasta el 1,25 % aprobada ayer por el BCE beneficia a España
04 nov 2011 . Actualizado a las 13:32 h.En su segundo día de mandato como presidente del Banco Central Europeo (BCE), el italiano Mario Draghi ha vuelto a sorprender. Si la víspera se lanzó a comprar deuda soberana italiana, ayer marcó nuevamente distancias con su antecesor y rebajó un cuartillo (el 0,25 %) el precio oficial del dinero en la eurozona. El tipo de interés queda, por tanto, fijado en el 1,25 % y Draghi -aunque no lo confirmó abiertamente- dejó abierta la puerta a posibles y próximas nuevas rebajas, previsiblemente en diciembre.
El fantasma de la recaída en recesión, que amenaza a la eurozona como consecuencia de la falta de fuelle del crecimiento económico, así como la futura contención de la inflación -que el BCE espera que vuelva a la senda del 2 % en el 2012, pese a que ahora está un punto por encima- han sido los argumentos esgrimidos por el nuevo presidente para justificar la decisión de la rebaja, adoptada ayer «de forma unánime» por todos los miembros del consejo de gobierno del supervisor europeo. Aunque por sí sola la bajada de tipos no va a relanzar el crecimiento de la economía -para ello tienen que restaurarse unos cauces de financiación muy deteriorados-, sí puede insuflar ánimos a los agentes económicos, además de confirmar la mayor sensibilidad de la nueva autoridad del BCE a las necesidades de los socios más vulnerables de la zona euro.
En el caso de España, el recorte de 25 puntos básicos en los tipos de interés tiene muchas ventajas, ya que el dinero más barato beneficia a los ciudadanos que tienen suscrita una hipoteca (la inmensa mayoría están sujetas a tipo variable y referenciadas al euríbor) hasta a las familias y a las empresas endeudadas, ya que pagarán menos por sus préstamos.
También redunda en un mayor crecimiento, ya que si los hogares pagan menos por sus créditos, dispondrán de más dinero para el consumo, con lo que se activará la producción de bienes y servicios. Igualmente el Tesoro Público notará el efecto balsámico de la bajada en el coste de la deuda pública y en la reducción de la prima de riesgo.
Frente a los beneficiados, los menores tipos perjudican a los ahorradores, que reciben menos por sus depósitos; a las entidades financieras, porque deterioran las cuentas de resultados, y al control de la inflación.