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San Damián continúa vigilando la ría

CRISTÓBAL RAMÍREZ

SANTIAGO CIUDAD

Levantado en el lugar donde se alzó en el XVI la torre Nova, en el siglo XVIII se reconstruyó con los nuevos cañones traídos desde Sevilla.

25 jun 2010 . Actualizado a las 10:49 h.

Eso de estar tan visible debió de ser un martirio para Ribadeo. Para sus habitantes, claro, porque se vieron envueltos en mil y un episodios bélicos. Esa es la razón por la cual en el XVII se intentó salvaguardar mejor la ría y se levantó el fuerte de San Damián justo al norte de la ciudad. Tarde se dieron cuenta, claro, porque ya en tiempos prehistóricos sus antepasados habían construido castros en una y otra margen de la ría que forma el Eo y cuyo topónimo ha dado lugar también a más de una polémica.

Así que no quedó otro remedio que fortificar el paso cuando corría el siglo XVII y se levantó el llamado forte de San Damián, que nunca adquirió popularmente la categoría de castillo. Para ser justos, allí ya había habido otra fortaleza, pero de dimensiones realmente más modestas: la torre Nova, erguida en el XVI. Pero en fin, fue el marqués de Cerralbo quien ordenó que San Damián cobrase vida.

Curioso: como cundió el temor en determinado momento de que los franceses lo saquearan, le retiraron los cañones, así que aquello quedó abandonado, lo cual aprovecharon los ingleses para en 1719 llevar a cabo otra de sus hazañas: destruirlo. Ruina pura que renació en 1744 con la forma que vemos hoy, producto de la mente de dos ingenieros casi olvidados, Arrol y Vergel. El dinero salió de la Real Facenda, pero también los parroquianos de Covelas, Arante, Ove y Vilaselán tuvieron que rascarse el bolsillo de buen o mal grado.

Atrás queda todo eso. Como también la voladura de su polvorín, hazaña de los hombres de Napoleón. Y en tiempos recientes, la consolidación de lo que quedaba en pie en el extremo de un parque precioso que incluye un enorme reloj de sol (el cronista cree que el mayor de Galicia) y el magníficamente bien recuperado cargadero de mineral. ¿Y el castillo? Pues eso: sala municipal de exposiciones, porque la vieja idea de convertirlo en museo sigue en el limbo, más en estos tiempos económicamente difíciles. Buen tema de reflexión mientras se continúa bordeando la ría hacia su salida buscando una islita maravillosa con su faro y que lleva el nombre de A Pancha.

CÓMO IR: Ribadeo está en el límite con Asturias, esquina noreste de Galicia y hoy unidas ambas riberas por un puente. Hay que entrar en la localidad y buscar las indicaciones de A Pancha. O sea, justo hacia el norte. Hoy en día el parque en el que se halla el fuerte está prácticamente integrado en la ciudad.

DÓNDE COMER: La oferta es amplia, sobre todo en el puerto deportivo. En el casco urbano está el hotel gastronómico Balasterra (982 120 021), edificio muy bien recuperado (es una casa colonial de 1900). Inevitables toques asturianos en la carta.

DÓNDE DORMIR: PARADOR DE TURISMO DE RIBADEO

Lo mejor, la parte de atrás. n Lo mejor no se ve desde la calle. Así de claros hay que ser cuando de lo que se habla es del parador de turismo de Ribadeo, una gran casona antes en el extrarradio y ahora en el casco urbano. Y es que la parte más bonita, sin duda alguna, es la de atrás (y, por cierto, la más tranquila), la que da a la ría, con un alargado jardín y unas panorámicas excelentes. Buen nivel de cocina y, conviene repetir, mejor pedir habitaciones que miren a ese lugar que pasaban en barca los peregrinos que se dirigían a Santiago de Compostela.