Definitivamente, la economía se ha convertido en el tema estrella de la precampaña electoral. José Luis Rodríguez Zapatero es consciente de que se le ha abierto un flanco peligroso y tiene dos meses para contrarrestar el machacón mensaje de Mariano Rajoy de que el Gobierno es el culpable del deterioro económico porque no ha tomado las medidas necesarias para hacer frente a la crisis y ha vivido de la herencia recibida de los Ejecutivos de Aznar.
El presidente del Gobierno aprovechó su intervención de dos horas en un desayuno en el Foro Nueva Economía para contraatacar, tras los pésimos datos del paro y la inflación y auguró que la economía seguirá creciendo por encima del 3% y se crearán dos millones de puestos de trabajo en la próxima legislatura. Pero dio un paso más y acusó al PP de ser antipatriota por provocar un «alarmismo injustificado que puede dañar las expectativas» con sus críticas «catastrofistas» sobre la situación económica. «Es lo menos patriota que conozco», dijo. Zapatero expresó su «total confianza» en el presente y en el futuro de la economía española, y reclamó unas «gotas de patriotismo» al PP, así como «prudencia y sensatez» al valorar la actual coyuntura.
El jefe del Ejecutivo aseguró que no se puede atribuir a la gestión del Gobierno ninguna de «las tensiones actuales» de la economía, debidas al aumento del precio del petróleo y de las materias primas y a las turbulencia financieras. Afirmó que los datos macroeconómicos nunca habían sido tan buenos como ahora y calificó de aceptable la herencia económica que le dejaron los Gobiernos de Aznar, pero matizó que «no iba más allá de un grado modesto en relación con el capital económico y social que hemos sido capaces de alcanzar». Así, recordó que la economía crecía el 2,9% cuando llegó al Gobierno y en el 2007 lo hizo al 3,8%. «Hemos crecido, repartido y ahorrado», sentenció.
El presidente volvió a referirse al enfrentamiento con la cúpula eclesiástica reiterando que los socialistas no se van a callar. Consideró inaceptables y no asumibles las críticas de los cardenales Rouco Varela y García-Gasco de que leyes como la del matrimonio homosexual, el divorcio exprés y el aborto debilitan los derechos humanos y disuelven la democracia. Y añadió que él no se atrevería a decir «qué tiene que hacer la Iglesia católica para mejorar algunos de sus objetivos». También aclaró que fueron los cardenales y no el Gobierno los que provocaron el conflicto en una fechas «de paz, de unión, justo entre la Navidad y la Epifanía». «Si estábamos todos tan felices, si no había ningún problema con la Iglesia, sobre todo desde que está Paco Vázquez», dijo en tono de broma.
Zapatero saludó al nuncio del Vaticano, que se encontraba presente en la sala, lo elogió y apuntó que no va a llamarlo a consultas, sino que aceptará la invitación que tiene «desde hace tiempo» y va a ir a «tomar un caldo a la Nunciatura».
Aseguró que comprende y respeta que el Vaticano y la Iglesia no estén de acuerdo con la interrupción voluntaria del embarazo o con el matrimonio entre homosexuales, pero dijo que «de ahí a decir que es un ataque a los derechos humanos o disuelve la democracia» no es «asumible» porque «es irreal». También rechazó la «obsesión» con el divorcio exprés, que recorta «tiempos de sufrimiento y de convivencia absurda».