La segunda derrota ha hecho que afloren los grupos de poder que conviven en el PP y que Aznar logró mantener unidos
27 abr 2008 . Actualizado a las 02:00 h.El congreso que el PP celebrará en junio se presenta como el más abierto desde que en 1987 Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón y Antonio Hernández Mancha se disputaran la presidencia con victoria de este último. La última derrota electoral ha hecho aflorar las corrientes que siempre ha habido en el PP, pero que permanecieron mudas y unidas durante la etapa de hiperliderazgo de Aznar.
La convicción de que la derrota en el 2004 se debió a los atentados del 11-M atemperó las disputas internas. Pero el segundo fracaso ha destapado el complicado sistema de contrapoderes del PP. Además de los barones, existen numerosas familias. Los grupos más señalados son los conocidos como pata negra, históricos que provienen de la AP de la transición; los ucedistas, fundamentalmente democristianos, que se unieron a AP tras la desintegración de UCD, o los liberales, coaligados primero con la AP de Fraga y más tarde integrados en el partido. Otros grupos han acabado disgregándose. Así ocurrió con el clan de Valladolid, dirigentes forjados en torno a Aznar en Castilla y León que nutrieron los cuadros del partido desde 1990. También se disolvió el clan de Becerril, jóvenes amparados por Aznar cuando ya estaba en el Gobierno y liderados por el que luego sería su yerno, Alejandro Agag, que querían ser el futuro del PP y han acabado integrados en distintos grupos.
Rajoy accedió a la presidencia del PP por designio de Aznar y sin apoyarse en familias ni barones. De hecho, hasta ahora no había marianistas. Aunque eso le restaba respaldo a Rajoy en momentos críticos, esa independencia le ha permitido liderar el partido sin provocar rencillas entre los distintos grupos. Pero su segunda derrota ha destruido esa situación de equilibrio. Rajoy ha decidido por ello crear su propio grupo para fortalecer su posición y ha repartido cargos a sus fieles de siempre, entre los que destacan Soraya Sáenz de Santamaría, Ana Pastor, Jorge Fernández y Francisco Villar. A ellos ha unido al enigmático sociólogo Pedro Arriola.
Frente a él, aunque son muchos los que cuestionan su idoneidad como candidato, solo se ha atrevido por ahora a dar la cara Esperanza Aguirre. Histórica del Partido Liberal, Aguirre ha forjado su poder en la Comunidad de Madrid con excepcionales resultados y goza de prestigio entre las bases, que aprecian la dureza de su discurso contra el PSOE. Sin embargo, Aguirre no tiene apenas apoyos en el partido fuera de Madrid y su ambición ha unido en contra de ella a todos los que aspiran a suceder a Rajoy. Lo que puede cerrar en falso el congreso de junio.